lunes, 4 de febrero de 2008

La Economía en Tomás de Aquino de Odd Langholm


Dr. © Salvador Lanas Hidalgo - Universidad Andrés Bello
Abstract
A través de la traducción de la obra de obra de Langholm se investiga el pensamiento económico de Tomás de Aquino en diferentes textos de su producción. Langholm aborda de manera sistemática las variables económicas teniendo presente en su metodología los criterios modernos de investigación y al mismo tiempo no descuida el espíritu con que trabajaban los escolásticos y de modo especial Tomás de Aquino.

Palabras Clave
Economía, escolástica, tomismo, ética, propiedad, bienes, riqueza



Presentación

La mirada dirigida a Tomás de Aquino y su obra permite adentrarnos en un pensador con una multiplicidad de áreas de interés: física, cosmología, ética, teología, estética, economía, mística... No obstante, esa variedad de conocimientos y disciplinas, igualmente posibilita descubrir una unidad de propósito -un hilo conductor- que le da sentido y dirección: responder esa pregunta que lo acucia desde temprana edad ¿Qué es Dios? ¿Quién es Dios?

Tomás de Aquino en su labor onto-teológica, en esa gigantomaquia por tratar de conocer “El que es”, descubre los principios fundamentales que guiarán su pensamiento: a-el esse como la actualidad de todos los actos (gracias a ello perfecciones distintas y prima facie irreductibles pueden ser situadas en un orden análogo) y b- el hombre es un ser autónomo y libre, capaz de descubrir por sus solas fuerzas naturales las verdades fundamentales de la creación.

Este último aspecto es consecuencia inevitable del primero, puesto que el Esse per se- subsistens, actualidad y perfección puras, comunica al ser que es su imagen, la semejanza en lo que le es más propio, el esse y que será expresado en la estructura metafísica –ser humano- y sus operaciones propias y privativas –inteligencia y voluntad-.

Esta convicción del Aquinate respecto de que el hombre radicalmente, antológicamente, posee las condiciones para escudriñar los más recónditos secretos del universo y de la existencia, lo llevó a profundizar las más diversas áreas del conocimiento y el resultado es que posibilitó al espíritu humano mundos nuevos e insospechados.

¿Será exagerado decir que la “revolución copernicana” en las ciencias físicas (Galileo, Newton) y el giro copernicano en Filosofía (Descartes) tiene mucho que tributar al Dr. Angélico?

Lo que pareciera incuestionable es el decisivo influjo de la doctrina del Aquinate en los más diversos espíritus y áreas del saber. Las ciencias llamadas experimentales, el arte y la filosofía -posteriores al genio de Nápoles- lo han tenido como referente en todas las gamas de la critica.

El texto que nos ocupa, precisamente aborda un tema en una disciplina -la economía-que en la época de Tomás no tenía el rango que goza en la actualidad; más aún, Tomás de Aquino no la trata de manera sistemática como saber autónomo. Ciertamente es mérito de Langholm, investigar y descubrir el pensamiento económico del Aquinate en diferentes textos de su vasta producción.

Distintos autores han indagado en el pensamiento del Aquinate en relación a sus respectivas disciplinas y han logrado importantes resultados, tal es el caso de Umberto Eco, con su hermosa tesis de El problema estético en Santo Tomás de Aquino, por nombrar un autor y un tema habitualmente no ligados al Dr. Angélico.

Odd Langholm a nuestro juicio acierta en dos hechos fundamentales. El primero es que como resultado de su metodología de investigación manifiesta que para comprender a cabalidad el pensamiento del Aquinate en las “variables económicas” es menester entender su pensamiento global; sólo así su interpretación estará cerca de la verdad. Langholm aborda la biografía del Aquinate y además, con suma acuciosidad sus obras y se referirá por cierto a cada una de ellas, pero, se detiene en la primera y segunda parte de la Suma Teológica, donde Tomás de Aquino trata de de modo sistemático de la acción humana; después de haber expresado en el Prima Secundae, el propio punto de vista sobre la riqueza en relación con el fin del hombre y a la ley, divina y humana y haber valorado los fenómenos sociales en relación con su posición en el plan divino de la creación; él pasa, en el Secunda Secundae, a tratar detalladamente de específicos argumentos económicos: propiedad, limosnas, necesario y superfluo, funciones e imponderables del comercio, justicia y valor en el intercambio, moneda y usura.

La doctrina del Aquinate es teleológica, metafísica y ética y desde esta perspectiva los más diversos tópicos se alinean y la economía también.

En segundo lugar Langholm armoniza los criterios científicos de modernidad en lo económico con la mirada propia de la época medieval y toda su complejidad y en esta línea sigue al Dr. Angélico quien a pesar de su decisivo aporte al conocimiento no abandonó todo lo valioso contenido en la tradición.

El gran impulso dado por León XIII a la doctrina tomista con su encíclica Aeterni Patris abrió una puerta amplia para una investigación más rigurosa, certera y científica (sobre todo en relación a las obras conocidas e inéditas) de Santo Tomás e hizo posible ahondar en ámbitos no cubiertos de su pensamiento. Tal es el caso del trabajo de investigación que nos ocupa.

La obra de Langholm

El autor en su trabajo de investigación nunca renuncia a examinar y analizar las ideas de Tomás de Aquino en general; de allí pasa a indagar en las ideas preliminares al tema económico para culminar en lo atingente o propiamente económico.

Hace una somera revisión a la biografía del Aquinate Las biografías reflejan la riqueza de las diversas miradas sobre un autor. Tomás de Aquino ha “padecido” múltiples análisis biográficos y todos ellos finalmente han significado un aporte a la figura del Dr. Angélico

Chesterton con su ironía y humor proverbiales acentúa aspectos de Tomás desde una perspectiva no técnica, sino más bien humana con una mirada admirativa por el hombre apacible y tranquilo pero que resuena como un coro de trompetas. M. Grabmann especialista en el de Aquino nos proporciona un espíritu fino en el trato con sus semejantes al mismo tiempo que un espíritu combativo y concluyente en los argumentos.

Dos autores que están en las antípodas en cuanto a estilo y cultura, reflejan similitud sobre un mismo pensador O.Langholm nos trae un Tomás de Aquino portentoso en creación, “la carga de trabajo al que se aplicó Tomás, en la flor breve de sus años, es casi increíble”. Es decir, Langholm desde su perspectiva nos trae a Tomás de Aquino en su vasta producción y en esto consistirá precisamente su investigación, en un análisis detallado de sus escritos “una investigación fresca de textos bien conocidos”.

La primera alusión es al comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, obra sobre la cual el Aquinate hacía clases siendo Bachiller en Paris. Luego a propósito de la controversia entre maestros seculares y órdenes mendicantes es el tratado Contra impugnantes Dei cultum et religionem. Luego vendrían otros dos tratados. De perfectione spiritualis vitae y Contra retrahentes

De Malo (cuestiones disputadas) trata en uno de sus artículos de la usura y contiene una versión plenamente desarrollada del argumento en relación con la consumición que, al decir de Langholm, la mayor parte de los críticos consideran la principal contribución de Tomás a la teoría de la usura.

El argumento aparece en numerosas obras pertenecientes a los últimos años de vida del Aquinate, especialmente en el Quodlibet III y en el Secunda Secundae de la Suma Teológica

Dice Langholm que antes de aplicarse a la economía en sentido propio en los comentarios aristotélicos y en la Suma Teológica, Tomás tocó argumentos económicos en una breve nota sobre las ventas a crédito y en un tratado sobre la realeza. De emptione et venditione a tempus y De regno.

Y a propósito del comentario de Tomás a la Ética nicomaquea manifiesta Langholm que casi todos los principios económicos que el Aquinate extrajo de Aristóteles derivan por uno u otro lado de Alberto Magno. El comentario de Tomás a la Política, quedó incompleto. Los temas económicos relevantes los trata en los libros I y II. Del período en Roma de Tomás, data la Suma Teológica que se divide en tres partes; la parte II es de la que se ocupa Langholm, su tema es la acción humana en general (I-II) y en particular (II-II), el carácter es el de un tratado sistemático. Y de la II-II se ha dicho que ella es, en efecto, el auténtico comentario de Tomás a la ética de Aristóteles. La II-II comprende un gran número de artículos que tratan detalladamente de casi todos los específicos argumentos relativos al pensamiento económico del Aquinate.

Langholm investiga de modo riguroso en la bibliografía de Tomás a fin de encontrar todos los argumentos necesarios esparcidos en sus diferentes obras para construir su pensamiento económico. Es así que culmina su búsqueda observando que una reportatio escrita por su Secretario en Nápoles (1272-1273) contiene una observación breve, pero reveladora sobre la usura. Además analiza las Collationes de decem preceptos y Collationes super Pater Noster. Estas obras están basadas en prédicas pronunciadas por Tomás durante la cuaresma de su último año activo, el 1273, toca argumentos económicos a propósito del séptimo mandamiento (contra el robo) y de la cuarta petición (por nuestro pan cotidiano).

Ahora bien, la postura de Langholm respecto al Aquinate es sorprendente por su agudeza y perspicacia; él ha captado cuál es la preocupación fundamental de Tomás de Aquino en su vida personal y en su quehacer intelectivo, no obstante, los logros que obtiene fruto de su preocupación esencial, iluminan las cuestiones de carácter “mundanos” o “profanos”. Esto tiene que ver con el “Reino de Dios”... ...y la añadidura...”

Los frutos de la “añadidura” son consecuencia de la preocupación fundamental (el Reino). El pensamiento económico tomista se nutre precisamente de las “fuentes de agua viva”. Por ello Langholm dice que Tomás no se ocupó casi nunca de economía por su deliberada elección. Ofreció comentarios y juicios sobre problemas económicos o en respuesta a una solicitud explícita, porque la tradición de varios de los géneros literarios de los que se ocupó se lo exigía.



La vida y los comportamientos económicos no fueron tema de importancia para Tomás. Ellos constituyen minúsculos elementos en un sistema moral y teológico omnicomprensivo. Esta mirada integral de Langholm le permite darse cuenta de dos hechos fundamentales en Tomás de Aquino. Primero, que su vida, su pasión y sus obras tienen u obedecen a un orden teológico y teleológico, este es su hilo conductor. Segundo, que el tema económico siempre estará guiado y dirigido por el orden moral (S.T. I-II, II-II). Las variables económicas (riqueza, producto, inflación, empleo, propiedad de la tierra, estado del arte, tecnología), como tales -variables- no formaban parte del ideario escolástico, simplemente porque la mirada en esa época apuntaba en otra dirección. Ahora bien, precisamente esa otra dirección los obligó a considerar el tema económico porque naturalmente le atañe al ser humano y a su conducta.”La mayor contribución de Tomás consistió en introducir orden y lógica en la doctrina heredada, identificando paralelismos, extirpando elementos no pertinentes y destacando los elementos esenciales”. Tomás conservó lo mejor de la tradición patrística, pero, ciertamente sustentada en la episteme del Estagirita

Acerca de la variables económicas

Langholm aborda de manera sistemática las variables económicas teniendo presente en su metodología los criterios modernos de investigación y al mismo tiempo no descuida el espíritu con que trabajaban los escolásticos y de modo especial Santo Tomás.

Desde el comienzo de su análisis podemos ver que el orden de la investigación se centra en aquello que el mismo Aquinate realizó, poner en su justa dimensión el tratamiento de los temas económicos, esa dimensión no es otra cosa que alinearlos en el orden moral relativo al fin último del hombre que es la beatitud. En este sentido pasa a plantear el tema de la riqueza y el carácter instrumental de los bienes materiales. Dice Langholm que para introducir del mejor modo y en pocas palabras a la filosofía económica de Tomás se puede decir que él explicó y valoró los fenómenos sociales fijándose en el papel que jugaban en el gran plan divino del mundo y del hombre

Esto es cierto en lo que se refiere a la actividad económica y sus instituciones entre las que se cuenta la institución base que es la propiedad privada, como para el sujeto fundamental de la economía , es decir, la riqueza material.

La exégesis que hace Langholm de los textos relativos a la riqueza, especialmente de la Prima-secundae (I – II) de la Suma Teológica lo lleva a una aguda y un tanto audaz interpretación. El fin del hombre como se decía más arriba es la beatitud y lo última y perfecta beatitud no puede ser otra que la visión celeste de la esencia divina. Tomás examina aquellas cosas en que la beatitud o la felicidad no consiste y uno de ellas es la riqueza exterior. No siendo un fin en sí misma, sino algo relativo al hombre, la riqueza exterior no puede ser aquello en que consiste la beatitud. Ahora bien, es verdadero que en lo concerniente al fin último del hombre la riqueza material es irrelevante: la visión beatífica no es de este mundo, es completamente espiritual. Existe, sin embargo una beatitud menos perfecta alcanzable para el hombre en su existencia temporal como recompensa de la virtud y ya que el ejercicio de la virtud está debilitada por la presencia de exigencias corporales, la riqueza material es en alguna medida necesaria y deseable como instrumento. Esta hermenéutica rompe el mito alusivo al “mundo profano o secular” que Tomás de Aquino rescata en su justa dimensión. El hombre, que gracias a la posesión de la razón es una persona y por lo tanto lo más perfecto de toda la creación, domina sobre los bienes de la naturaleza.

De los grandes temas relativos a las variables económicas que aborda Langholm: riqueza, propiedad, intercambio, valor dinero y usura, seguiremos el análisis en aquellas variables que guían e incluyen las otras y que reflejan el pensamiento del Aquinate y de su intérprete.

Acerca de la riqueza, la pobreza y la perfección cristiana.

Este acápite que investiga Langholm es decisivo y clave en el tratamiento del tema económico que hace Tomás de Aquino. Y ello es así porque de alguna manera se incursiona en el alma de la doctrina cristiana, atravesada por siglos de historia tan disímil como fecunda. El tema de la pobreza y la riqueza no es estadístico ni numérico, aunque haya de ambos elementos, el tema tiene que ver con la finalidad intrínseca del ser humano, aquello que le deviene de su estructura metafísica y esta finalidad por cierto es ética, su condición propia y privativa es moral, y esto implica ejercicio de la libertad en vistas a su plenitud y en el caso específico que nos interesa, tiene que ver con la perfección cristiana. Y aquí Tomás de Aquino muestra una profunda claridad que permitió a sus exégetas o interpretes del siglo XX -que es el siglo del nuevo impulso del tomismo- una nueva mirada acerca de su posición en lo relativo a los temas económicos con resultados beneficiosos para los pueblos de tradición cristiana, incluido Chile.

Tomás de Aquino -lo consigna Langholm- ha manifestado que la finalidad de la vida humana es la perfección cristiana; él alinea todas las áreas del saber en el plano prudencial, en el plano de los medios; todo aquello que conduzca a la perfección cristiana es una posibilidad, es una alternativa, una vía, una senda, nunca un fin en sí mismo, por eso Tomás de Aquino jamás demoniza la riqueza, ni santifica la pobreza, de suyo, “Tanto la pobreza como la riqueza son un instrumento. La perfección de la vida cristiana no consiste esencialmente en la pobreza, donde hay más pobres no necesariamente hay más perfección. La pobreza es un bien en la medida que libere a los hombres de los vicios asociados a la riqueza, pero en la medida en que impide el bien que la riqueza puede traer consigo -en particular el sustento de si y el de otros- la pobreza es un mal.

Este es un asunto de suma actualidad y no sólo para el cristiano, sino para los hombres en general y de modo especial para dirigentes y gobernantes del mundo. La claridad epistemológica que brinda Tomás de Aquino a partir de los principios fundamentales de la doctrina católica renueva las esperanzas para superar la pobreza involuntaria y para conseguir una distribución justa - otro tema capital en la economía de hoy – de la riqueza.

Tomás de Aquino supo por experiencia propia que la pobreza tiene sentido si es voluntaria y si permite la plenitud entitativa. No hubieses sido posible su gigantomaquia, su impresionante labor si en vez de asumir la pobreza voluntaria, hubiese padecido la pobreza involuntaria.

Por lo tanto, riqueza y pobreza son instrumentos al servicio de la perfección humana.

Acerca de la propiedad privada.

El tema de la propiedad también forma parte de la mitología atribuida a Santo Tomás. Durante mucho tiempo la discusión se centró en dilucidar si la propiedad privada devenía por ley natural y por consiguiente era un derecho fundamental del ser humano. Y aquí aparece de nuevo la claridad conceptual de Tomás de Aquino. Y Langholm lo consigna en su investigación y dice que una teoría hasta de la propiedad privada se puede reconstruir a partir de los comentarios a Aristóteles, sobretodo a la Política, II y de dos artículos de la Suma Teológica, relativo el primero a una cuestión sobre la ley natural, en el Prima-secundae y el otro a una cuestión sobre el robo, en el Secunda-secundae. En lo que se refiere a la ordenación práctica de la propiedad, la ley natural, según Tomás, es en cierto sentido neutral e indiferente. Ella, según su célebre expresión, es “la participación de la ley eterna en la criatura racional”. Substancialmente es inmutable, pero, nada impide que sea modificada en los detalles, por la ley divina o por la humana, por adiciones sucesivas. La división de la propiedad no fue introducida por la naturaleza, sino que fue añadida por la razón para beneficio de la sociedad humana.

Dice Langholm que se puede afirmar legítimamente que la principal contribución de Tomás consiste en la formulación de un segundo argumento “político” no claramente individualizado ni por Aristóteles ni por Alberto Magno. Tomás explica porqué la propiedad debe ser privada razonando en estos términos “Poseer bienes es hasta necesario a la vida humana, por tres motivos. Primero, porque cada uno se preocupa más asiduamente de procurarse aquello que es de su exclusiva propiedad ante que aquello que pertenece a todos o a más personas; ya que cada uno, por evitar la fatiga, tiende a dejar a otros cuanto corresponde al bien común como sucede allí donde hay muchos criados. Segundo, porque las cosas humanas se desarrollan con más orden, si cada uno tiene la tarea de proveer algo a través del propio esfuerzo; mientras que sería un desorden si todos, indistintamente proveyeran a cada cosa. Tercero, porque así está más garantizada la paz entre los hombres, contentándose cada uno de sus cosas. En efecto, vemos que entre los que poseen algo en común, a menudo surgen disputas ( S.Th: II-II-66, 2 in corpore ).

El argumento de la paz es clave y lo refuerza Langholm al analizar otros textos de Tomás. No hay ninguna razón en la naturaleza por la que un terreno tenga que pertenecerle a un hombre antes que a otro, vistos en términos absolutos, sino sólo viéndolo en relación a las exigencias de la explotación y a su pacificus usus (antes que “agradable”, “eficiente” u otras). Dice Langholm que a su juicio el principal sentido que tiene el argumento en relación al orden (siguiendo una definición de paz de San Agustín), consiste en desplazar ligeramente la teoría de la propiedad de su tradicional fundamento en la naturaleza corrompida del hombre. A pesar de toda la fidelidad del Aquinate a las autoridades cristianas, una pesada dependencia de esa premisa pesimista entraría en fricción con su concepción global de la sociedad humana, de modo que también respecto del argumento en relación al orden se puede afirmar, por tanto, que representa una contribución típica.

Tomás de Aquino, no demanda principios ni dogmas donde no corresponde y en esta línea se insertan algunas variables derivadas de su concepción global, tal como la productividad, la eficiencia, el trabajo, el producto, el empleo.

Seguiremos en el análisis de las variables que guían la concepción económica del Aquinate.

Acerca del valor, intercambio y el dinero.

Conceptualmente vuelve a aparecer la claridad intelectiva de Tomás de Aquino porque ciñe la actividad económica a la moral. Dice que es posible desarrollar una actividad económica sin pecado, en relación con lo cual enumera las usuales restricciones: no de parte de eclesiástico, no en festividades, sin fraude, sin contratos ilícitos. Dice Langholm que la famosa cuestión de Tomás sobre los fraudes económicos en la Suma Teológica revela la huella de Aristóteles y debe ser leída junto a sus comentarios a la Ética, V,5, pero está construida alrededor de la estructura de la tradición teológica y canónica que recibió de Alberto Magno y de la Suma de G. de Auxerre y los primeros franciscanos. El punto de partida de tales obras es precisamente el reconocimiento del hecho que el comercio es necesario, aunque grávido de riesgos debidos al atractivo de las ganancias que lleva a los hombres a recurrir a prácticas fraudulentas.

Dice Langholm que un análisis de la contribución de Tomás ( basada en cuatro artículos de la Suma Teológica apoyados en el material extraído del comentario a la Ética y de otras obras), puede adoptar con provecho dos enfoques alternativos a la teoría escolástica de la ética en el intercambio de mercancías, es decir, I- un análisis de los criterios con los que valorar el justo precio (trabajo, demanda, etc) y II- un análisis de las condiciones de la libre contratación (información adecuada, ausencia de constricciones, etc), partiendo del presupuesto que cuando estas condiciones son satisfechas , las partes se ponen de acuerdo sobre un precio que corresponde al justo precio según aquellos criterios. Aquello que los títulos citados demuestran, además, y las definiciones de los dos enfoquen confirman, es que la teoría de la ética en el intercambio de Tomás es, en primera instancia, una teoría de la justicia en el intercambio.


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