domingo, 31 de agosto de 2008

ACERCA DEL PENSAR Y DEL PENSAR -NO- OBJETIVAMENTE






INTRODUCCION A LA FILOSOFIA COGNITIVA


It`s one thing to praise discipline
and another to submit to it.Miguel de Cervantes




Introducción

It`s one thing to praise discipline
and another to submit to it.
Miguel de Cervantes.

Acerca del pensar y del pensar –no- objetivamente

Aristóteles autor del primer sistema del primer sistema orgánico de la ciencia, de un primer mapa de la filosofía, es también el primer autor de los primeros textos conservados que tratan de la metáfora Tal vez por ello contribuciones recientes al tema como las de John Searle[1], Arthur Danto[2] y Paul Ricoeur[3] parte de un nuevo examen de la teoría aristotélica[4]. Aristóteles sugiere una definición y una tipología al definir a la metáfora como la transferencia a una cosa el nombre de otra” transferencia del genero a la especie, o de la especie a la especie o según la relación de analogía. Decir mil proezas por muchas proezas sería conferir al género el nombre de la especie; decir un gran gato por un león, transferir de la especie a otra especie del mismo género. Aun que esta definición haya sufrido en el curso de los siglos múltiples revisiones, no ha desaparecido nunca la idea de la metáfora el ingrediente de la alteridad dual. Para todos los que manejan el concepto la metáfora es vector entre dos entidades, ya sean estas significantes, palabras, conceptos, cosas, o como quiere Nelson Goodman Reinos[5]
La poética abona una incursión de sentido que desnuda una trascendencia y sentido de la existencia y la realidad a la que rebasa, de manera que hace notar lo descriptivo del lenguaje más allá de la principal tesis lingüística, en la cual se coloca toda capacidad de Sentido. Dicha irrupción de sentido, no insiste justamente en una perspectiva habitual de y qué, puede crearse como “indicio” de sentido, sino que, tendría de aclararse: ¿si hay una experiencia y un ámbito irreductible a lo lógico-fácticamente dispuesto y que dicho sentido, además, no posee como principio al hombre, sino que está desde siempre ya situado en el seno del ser que lo rebasa[6]? En tal caso hay que hablar del sujeto y el ser[7]. Es de esas dos clases ontícas que la filosofía y el lenguaje identifican como unidades precedentes de la realidad significativa del hombre y que dan lugar a una experiencia ontológica para el caso, de la realidad y la existencia. Entonces es necesario nombrar algunas de sus denominaciones: De sí (ser ahí- ser-en-el-mundo) del otro (ser el mismo) y ser-ente (el ser de las definiciones) En fin, esa irrupción de sentido revelaría la situación del sujeto en la existencia; de sí mismo, de su relación con el ser y con lo seres. Para ubicarse de plano, la precedencia de sentido habla de un nivel de significado alejado de la mera literalidad ilustrativa de sí (el nombre-el yo introvertido)[8]. El sentido fuera del origen físico del hombre envuelve una tensión entre una literalidad y una experiencia no literal de sentido.

Esa no-literalidad es la antítesis a los esquemas lineales de lo Ente; de lo meramente gramatical. Tal antitesis no es una únicamente una antípoda al significado literal sino una demostración de sentido cuyo origen precede a las definiciones. Es una excedencia de sentido que preexiste al decir por suficiencia lingüística, esto es, rebasa las definiciones de significado lingüístico hacia un significado extralingüístico; hacia el excedente de una referencia, ya no a nivel de las meras connotaciones sistemáticas sino a nivel de la denotación vista desde las posibilidades extralingüísticas propias del lenguaje[9]. La disposición de que solamente las proposiciones empíricamente explicadas denotan cae de su propio peso ante la irrupción de sentido extralingüístico de las experiencias no-fácticas. Esto por que la palabra no se reduce al plan morfo-sintáctico de las estructuras lingüísticas, sino que tras sus ruinas se halla semas no-fácticos[10] pertenecientes a campos semánticos importantes.
Pero ¿qué es un campo semántico? Un campo semántico es un conjunto de palabras o elementos significantes con significados relacionados, debido a que comparten un núcleo de significación o rasgo semántico (sema) en común y se diferencian por otra serie de rasgos semánticos distinguidores, así p.ej., Un ejemplo de campo semántico sería el de términos relacionados con pared entre los cuales podemos encontrar:



palabra sema compartido semas distinguidores


pared [+obstáculo][+vertical] [+alto]
tapia [+obstáculo][+vertical] [+alto][+piedra][+delgado]
muro [+obstáculo][+vertical] [+alto][+piedra][+grueso]
pretil +obstáculo][+vertical] [-alto][+piedra]
cerca [+obstáculo][+vertical] [-alto][+rústico]
verja +obstáculo][+vertical] [+metálico]
muralla [+obstáculo][+vertical] [+defensivo]



De los campos semánticos tomados como un precedente de sentido, se revela la referencia no lingüística tras abolirse la referencia literal, así expresiones como “la posibilidad de la muralla inclino su piedra al borde, y cada vez tú aparecías, ya no eras más la roca”; presentan una alteración de sentido de los semas de las palabras muralla-piedra. La metáfora inicia una semejanza entre la muralla-piedra y el sujeto de su acción que resultar ser tácito (él/ella). La metáfora por lo tanto invierte los semas y presenta una relación mimética en la cual el sujeto tácito es la muralla que declina y surge cada vez convertido en menos roca, es decir, hecho menos dureza, piedra, muralla. Al elevar significativamente tal presuposición hallamos un sentido del un sujeto que surge hecho menos insensible, más real, quizá todo lo diferente a una muralla. Luego, tal como lo ilustra el ejemplo, los términos del enunciado o frase, para el caso, la palabra muralla, metafóricamente pueden innovarse por analogía, de manera figurada al permitirse dichas relaciones entre lo literal y lo mimético. Las posibilidades del lenguaje figurado o la mimesis figurativa, como actividad de ver una cosa como otra, da lugar a semas que atribuyen nuevas formas de significación tras las ruinas lingüísticas de los semas característicos de las palabras. Tal innovación semántica, trasforma las habituales correspondencias de significado con las relaciones de sentido surgidas tras las ruinas literales de sentido. Esta contingencia es gracias a la capacidad del discurso de elaborar nuevas formas de sentido o semas lingüísticos que se enfrentan a nuevas formas de significación gracias a los semas distinguidores pero particularmente a las inversiones metafóricas que la metáfora crea, al alterar la identidad semántica de los mismos. La metáfora desarrolla palmariamente esas irrupciones de sentido gracias a su capacidad figurativa de ver-como. Toda la fuerza de la creación metafórica radica en ver una cosa como otra. La naturaleza de la metáfora reclama –fuera de la taxonomía de las figuras - una respuesta de lo habitual para advertir más allá de los campos semánticos existentes. Esa situación taxonómica es sólo un efugio para irrumpir hacia nuevas formas de significado; hacia nuevas formas de ser y de habitar en el mundo, formas que la taxonomía ha perdido tras dedicarse sólo a la clasificación. Este itinerario de Ricoeur y la Metáfora Viva[11], elaborado tras la propuesta de la metáfora como portadora de sentido y referencia, avanza hacia la metáfora intentando develar una unidad de discurso significativa. Esto permite reconocer ya un tropo de la taxonomía como tradicionalmente se piensa, sino que más bien, se descubre una unidad del decir en igualdad de condiciones que las demás unidades de discurso en relación a una referencia, y una unidad de lenguaje cuya impertinencia semántica da lugar a nuevas formas de lenguaje, de sentido.

Sin embargo, la analogía en esta primitiva taxonomía de los “reinos” señalada por Goodman o de la teoría de las figuras, la metáfora es el único tipo que traspasa las fronteras del género, trasladando el nombre de una cosa a otra de género distinto. A diferencia de los demás de tipos de la taxonomía la analogía no asocia dos términos previamente conectados por la identidad de las relaciones: “Hay la misma relación entre la copa y Dionisos que entre el escudo y Ares: el poeta dirá de la copa que es el escudo de Dionisos y del escudo que es la copa de Ares. De igual modo, existe la misma relación entre la vejez y la vida que entre el atardecer y el día; el poeta dirá siguiendo a Empédocles, que el atardecer es la vejez del día, y que la vejez es el atardecer de la vida”( Aristóteles, Poética 21) Uno de los cuatro términos implicados en la analogía puede no tener designación previa, y, en ese caso, la metáfora permite expresarlo, creando una denominación nueva: “ (…) por ejemplo, la acción de lanzar a lo lejos la simiente se llama sembrar, pero para designar la acción del sol que lanza su luz a lo lejos no existe vocablo especifico; sin embargo la relación de esta acción a la luz del sol es la misma que la de la acción de sembrar a la simiente; por ello, algún poeta ha dicho sembrando una luz divina”(Ibíd., 21-22)

Las exacciones anteriores nos llevan a considerar diferentes fuentes de interés, en especifico las Parábolas Bíblicas, a fin de llegar a la consideración de la metáfora como unidad de discurso no sólo a nivel de la frase -donde se inicia la innovación de sentido-, sino a nivel de la hermenéutica textual que considera a las unidades más extensas que la frase como unidades de texto con la misma capacidad significativa, para describir sus relaciones metafóricas y dar en su forma poética con un discurso elevado a la plenitud significante. Esta consideración de las unidades de significado profundo invista a la busca de los elementos de sentido y las condiciones en que se manifiesta dentro del texto considerado como una obra. Es por esto que es posible la una comprensión del trabajo metafórico realizado en las unidades de significado profundo como se llamaran a los textos cuya característica es la de proporcionar elementos significativos para la reflexión o el interés semántica del análisis hermenéutico. Pero esta característica no es propiedad exclusiva del análisis hermenéutico y menos del manejo de particular de una disciplina, estas unidades de significado profundo aparecen comunes a todos. De esta forma T.S. Eliott [12] poeta inglés, en el capitulo final de este itinerario nos permite a grandes rasgos un elemento importantísimo para la realización de la creación metafórica como una actividad de proporciones similares al Modelo Científico, que con Max Black[13] se presenta como las relaciones de coherencia lógica que debe presentar la metáfora, en su actividad, y que no es menor que el modelo utilizado por la ciencia, en cuanto que ambas utilizan la busca de una interpretación adecuada de la realidad y superar una menos adecuada, por lo cual, la importancia de la elaboración del trabajo de la semejanza no es una actividad dispuesta de manera ficcional en el uso despectivo de que se le da al termino; al contrario, es un trabajo donde las proporciones del lenguaje y del pensamiento son necesarias en el esfuerzo de hallar la palabra adecuada, la significación lo más reveladora posible, de modo que sea una consecuencia semántica que sobre las ruinas de lo literal permite una referencia y un sentido de la realidad y la existencia, tratando de sustituir una interpretación inadecuada de las mismas por otra más pertinente, y no en el esfuerzo simbólico de la confusión [14].

Esta tarea por lo tanto pide distinguir entre la praxis lingüística y la praxis ontológica como dos momentos distintos y recíprocos de la experiencia humana[15]. Esto implica distinguir entre el significado lingüístico del cual forman parte las definiciones y las contingencias axiomáticas del mismo y entre significado ontológico al cual pertenece las experiencias de sentido no-fáctico[16]. El sentido surge tras abolirse la expresión literal del análisis de significado y quebrantar su eficacia significativa con semas precedentes de la estructura lingüística establecida; gracias a la palabra, a la extensión figurativa del decir (innovación semántica), las impertinencias semánticas alcanzan nuevas formas significación[17].

Al hallarse las relaciones atributivas de significado sobre las ruinas de lo literal, se presenta una innovación semántica, una referencia re-descriptiva no convencional. La metáfora es la ruta para alcanzar tal acontecimiento de sentido; tras la re-descripción realizada de la realidad y la existencia. La comprensión metafórica reciente olvida la innovación semántica de lenguaje tanto en la cotidianidad como en las relaciones de aprendizaje metafórico dejando la comprensión de la metáfora en la teoría de la figuras[18]. La referencia metafórica es tratada por la cotidianidad como figura de designación desviante[19]. En tal situación “desviante”, se hallan las contingencias semánticas impertinentes al crear una nueva significación más actual o una antípoda de la innegable, de manera que, permite una significación más conveniente que la existente, o en el caso siguiente, desencubre el sentido existente al revelar las fallas semánticas y sin-sentidos que establece, ante la incapacidad de la mente de distinguir las significaciones que encubren el sentido real de las cosas[20]. Una impertinencia de sentido puede llevar al lenguaje a la recuperación de su confianza y retornar a los usos lógicos que la “pertinencia semántica-lingüística” no admite absorta en su sistema “autosuficiente”. Impertinencia en cuanto que las estructuras lingüísticas de significado se ven alteradas por formas de sentido precedentes a las identidades preestablecidas[21]. Esta precedencia señala al lenguaje y al sentido en un lugar y naturaleza que no se inicia en el hombre, y advierte además, a la técnica lingüística como una parte del lenguaje a diferencia del todo en que se culmina. Al observar la referencia a nivel copiosamente significativo, de forma no literal de los enunciados de lenguaje, innegablemente, puede hallarse una manifestación de sentido no lingüístico. Es decir, que no es estrictamente filológico; que allana otras formas diferentes de ser y comprender.
Por eso las Parábolas Bíblicas de Jesús, son excelentes manifestaciones de sentido e impertinencia semánticas[22]. Estas narraciones utilizan el lenguaje mimético (figurativo) y la poética para alterar la cotidianidad a partir de significaciones no convencionales que alteran el significado aceptado por otro. La metáfora entendida ostensiblemente halla su respaldo en la capacidad significante de la referencia metafórica en la cual puede referirse la realidad y la existencia inclusive a partir de la cotidianidad, de elementos más comunes como sublimes, la capacidad de la referencia metafórica no se reduce únicamente al tropo, puede manifestarse en la elaboración del significante, aun cuando como en el caso de la parábola y la poética bíblica (salmos, cantar de cantares, los libros de la sabiduría, los proverbios. etc.)[23] Irrumpa a partir de lo extravagante o de la antitesis. La metáfora en ello, se vale de los elementos taxonómicos de la clasificación y elabora así nuevas formas de significación, a un lenguaje libre de las ataduras de la definición y lleno de riqueza sémica.

Pero, el origen de sentido no-literal es algo que aparece en todas las formas de significación lingüísticas. La consideración de una lingüística autosuficiente daría lugar a una la confusión positivista según la cual sólo los enunciados demostrativos permiten un sentido. Error, al considerar que la lingüística no puede valerse por sí misma sin la debida correspondencia que requiere hacia lenguaje al que intenta reducir a su análisis. Es una herramienta del análisis no su totalidad. No puede constituirse como esfera prima del lenguaje en cuanta esta por encima de sus definiciones. La poesía en no pocas ocasiones ha revelado más de lo que la literalidad dice. Es gracias al lenguaje figurado que hemos obtenido comprensión de la realidad que como decía Heidegger refiriéndose al ser-ente como su escenario, no parece ni es lo que parece. Al ubicar la metáfora en la teoría de las figuras, como una figura de designación desviante, (no dice lo que es) se intenta evitar su impertinencia. En efecto la metáfora no dice lo que es, no es su obligación, su figuración da lugar a una utilización del lenguaje y la referencia de manera indirecta, la metáfora mimetiza (figura) la realidad y la existencia hacia significados metafóricos donde la referencia metafórica revele aquello o algo de lo que se dice. Como que son las cosas[24]. La metáfora no dice como son las cosas, ella, devela una elaboración de sentido figurado para referir indirectamente aquello de lo que se habla, con la misma capacidad que lo enunciados lingüísticos, con la salvedad que su exégesis es una impertinencia –como más adelante veremos- al romper la tentativa semántica de los enunciados lingüísticos demostrativos por referir. Esa irrupción de significado realiza una readecuación en muchas ocasiones de dicha tentativa al describir el carácter semántico real del enunciado. Esta circunstancia permitiría un ejemplo irónico que existe entre las estadísticas y la manifestación de sentido precedente. El lenguaje indirecto revela lo que el lenguaje directo llegaría a ocultar, evitar o desconocer por incapacidad o ambición. La metáfora explicaría en cierta forma esa irrupción de sentido al manifestarse como portadora de experiencias no-fácticas y del significado precedente de la cotidianidad, la tecnología, la política etc.[25]

Pero ¿qué condujo a esta problemática de negación de sentido y referencia discursiva de la metáfora? En este caso, es prudente indicar el caso en sí. La irrupción de significado en el que la existencia es precedida es un excedente de sentido; esto significa, un sentido adicional al literal. Decir implica una experiencia de la palabra, del decir, y la palabra designa el carácter semico del sentido[26]. La Palabra por lo tanto no debe ser tomada como una simple unidad lingüística.

Nuestro itinerario La significación además de ser una evocación de la palabra fue metáfora[27]. La palabra fue en un principio metafórica. Decir implica designar, innovar semánticamente, es una fácticidad del decir y nombrar. Ahora, en un segundo momento después de la actividad de referencia y sentido de la palabra-metáfora, en los momentos de la palabra como unidad lingüística, en el uso del lenguaje a nivel discursivo, la palabra y su temible poder necesita ser obtenida sin las pretensiones semántica-reflexivas que despertó inicialmente, y pasar, a la utilización lingüística-gramatical sin pretensiones de sentido excedente, esto es, el sentido despertado por la actividad de referencia en relación al ser al que designan ¿Por qué la metáfora desapareció como sentido de la realidad y la existencia? Inicialmente La fácticidad en frente a la irrupción de sentido sugiere la necesidad de significado para la designación y nombre en la realidad y la existencia[28]. Sin embargo lo factible declina después de la designación original al mundo inicial[29] en la technè (la técnica)[30]. El lenguaje adquiere suficiencia designativa, y la fácticidad exigida por la palabra-lingüística avanza hacia símbolos literales. En efecto, tras alcanzar un sentido de la realidad y la existencia el hombre quiere apropiarse de su significación y establecer los sentidos posibles. La palabra alcanza una dimensión distinta a la inicial. Un ejemplo de ello nos lo da la separación de la retórica de la reflexión filosófica. Este es un aspecto que en la actualidad, al menos para las relaciones de aprendizaje metafórico persiste. Los aprendices de dichas relaciones reconocen la metáfora como simple unidad de referencia literaria.

Posteriormente el hombre como origen de sentido es excedido ya porque sus significaciones pretenden una designación exigente de las cosas, ya porque su significación esta en el plano individual, fuera de la correspondencia a la totalidad a la que pertenece. La irrupción de significado entonces, no se queda en las afirmaciones de la fácticidad introvertida en su apropiación de significado de la realidad y la existencia. La irrupción de sentido frente al sentido literal, frente a la fácticidad; es una irrupción de significado impertinente frente a lo pertinente, del ser existente frente al ser como hecho (ente).

Desde un punto de vista general, la fácticidad en su extensión de la technè deja de lado, la debilidad, lo trascendente, el origen del mal en la libertad, etc. Esas experiencias, sugieren una implosión de significado no accesible a una técnica únicamente. La debilidad o experiencia de la caída, la falta, lo involuntario es el otro lado de la fácticidad, también, en ese lado, es una implosión de significado del ser desaparecido, de esa identidad de sí mismo como el otro a cambio de una identidad retraída, presumida, ajustada, inmersa en una física de lo aparente; de lo ausente en contenidos del vacío, de la nada como notaremos más adelante[31]. Esto significaría que no solo debería citarse una irrupción de significado a nivel de la debilidad del hombre, sino, de una irrupción de significantes a niveles ontológicos diversos. De un lado la fácticidad, la cual refiere las cosas, les indaga, dice qué son las cosas, exige la evidencia de significado del afuera[32], a lo otro. Lo fáctico exige a la sensibilidad una identidad y una certeza para alcanzar una señal efectiva. Identidad y certeza prevén un principio elemental de la fácticidad. La fácticidad de acuerdo a esto, residiría en la historia en la cual la narración no posee referencia al Ser como tal sino al ente (el ser como hecho) ciencia; esta separación de lo que es por como es genera una metafísica y supondría la forma como metodológicamente se refiere el mundo, alcanzado un método, una certeza[33]. La experiencia no fáctica quedaría según esto, fuera de lo empírico-demostrativo, en la in-certidumbre por falta de método[34]. Pero esta in-certidumbre existe invertida al revelarse el caso de una fácticidad perpleja ante esas irrupciones de sentido que no alcanza a explicar; de las que no le basta el método ni la técnica para resolver sus niveles de sentido; están fuera de su alcance de significado y escapa a su razón. En este caso, la in-certidumbre existiría en la fácticidad. La In-certidumbre en dilatación, en crecimiento, revela unos señales de inmunidad increíbles, in-pensables; la perplejidad se oculta ante la descarga de saber. La obscenidad es suturada desde el uso de un conocimiento[35]. Esto tras la explicación platónica según la cual “no sería extraño en que se tenga por grande la nesciencia”. Pero dicha dilatación deja lado las posibles fallas de equivocación o intrascendencia[36]. Es una herramienta de una incapacidad original hacia lo otro[37], hacia ese lado opuesto, que le precede y le refuta sus tesis de conocimiento y significado fluyente[38], el vacío: un ser extraviado; un es y un no es y por eso lo oculto; la depreciación de lo no-fáctico; una reducción del asombro, de la inquietud, del ser hacia lo ente, lo inmediato, lo superficial, lo obsceno; hacia el no-movimiento o la obesidad; hacia la perplejidad y el no-sentido. Así la in-certidumbre, existe, y existe como una prolongación imperceptible de la conciencia introvertida[39]. Es un viaje desde una fácticidad abierta, inquieta, hacia una fácticidad de la incerteza[40]. Hacia una fácticidad perpleja.

La falta o la caída. p.ej. son experiencias que la fácticidad perpleja no examina; la condición de sentirse perdido, fracasado; feliz; el pecado; la redención, descubre una experiencia y elaboración de sentido que la experiencia empírico-demostrativa no alcanza literalmente. La fácticidad objetivada (perpleja) parecería el resultado de la technè. Al aparecer la technè , la habilidad del hombre en el mundo, la realidad y la existencia, la técnica le permitió dejar la in-posibilidad de sí frente a la originalidad del mundo mismo. El alcance de Fuego, sólo fue una experiencia de la técnica con la cual lograría cosas maravillosas. El Fuego exigía cierto dominio, conocimiento, por eso la technè ofreció sus ventajas. Es la technè, la que saca al hombre de sí de parte del ese asombro que lo impresiona, lo inquietad, lo mueve, para colocarlo invertido, es decir, autor, hábil, hasta ser un technè-logos; un referente de la technè[41]. Su fácticidad original célebre por su ingenio natural; la inquietud, el mito, se dispersa en la technè, es decir, se re-elabora[42]. En la actualidad la posibilidad de asombrarse y de ingeniar deben su cuota a la contingencia de un hombre sin alteraciones de sí, que en la mente no se vea simplificado por las significaciones pre-elaboradas, y su influencia en la realidad significativa del hombre[43]. Por otro lado a nivel ontológico, el espíritu sensible (o la experiencia de la física de la realidad y la existencia) es alucinado en la técnica; tras la relatoría de la techné como experiencia significativa del hombre y de su acción; en el campo de la semántica discursiva el argumento descriptivo deja de ser filosófico para trasladarse únicamente al argumento elocuente[44]. En el discurso reciente persiste todavía rezagos de la elocuencia como medio de panegírico, en algunos casos Argumentar exégeticamente es importante, pero, la problemática de la experiencia fluyente o de la inmediatez reflexiva conduce al significado del vacío[45]; destruye la exégesis justificatoria por una praxis demostrativa asignificante en la que se puede influir desde el punto de vista conveniente. Así p.ej La culpa puede ser usada en sentido inverso, esto es, incluir la culpa en la inocencia y viceversa, de modo que las contingencias distintivas de cada una quedan anuladas por la atribución semántica que reciben; así la culpa se recobra en la inocencia, y se apropia de su significado sin importar que le identifica como la culpa misma y viceversa. La sospecha se transforma en una duda razonable. La veracidad se apoya en ese juego de apariencias semánticas entre la culpa y la inocencia. De modo que la culpa es retomada como inocente y la inocencia como culpable. Esto supone la metafísica de la actualidad, en la que la que a diferencia de la metafísica Aristotélica “más allá de lo físico” de la literalidad; es invertida, para ir más allá de realidad, hacia lo aparente, hacia el absurdo no como anomia o anomalía sino como normalidad[46]. Es la meta o pata física donde lo coherente es incoherente y viceversa[47]. El problema de las significaciones elaboradas para la lingüística, siguiendo las patafisis de la actualidad es una obesidad de sentidos donde lo significativo pierde contexto. Una destrucción del ser a nivel del sentido estalla de forma que no es posible ninguna referencia real, existente, identitaria[48].

Esta dificultad desvía el significado pertinente a una forma de pertinencia fluyente. La perdida de la inocencia surge de igual modo detrás de la perdida de pertinencia[49]. Esto es, de la correspondencia de sentido entre el ser y la verdad que debe existir para su veracidad. Sin embargo, la inocencia puede ser violentada por la existencia del mal; de lo aparente, frente a su innegable realidad o su inconveniente presencia. La inocencia es vital en el lado precedente de la fácticidad. Esto nos conduce a la parte narrativa, la forma como se manifiesta la expresión del hombre en la correspondencia del ser y la identidad que esa narración presenta del mismo. La identidad es la situación del sujeto en la existencia y la realidad. Es el ser en sí[50].
Ricoeur advierte esa situación fenomenológica de sí (Ser), y pasa luego, a los inicios de la identidad y la narración de sí[51]. Luego de revisar los bretes anteriores Ricoeur nos lleva a la metáfora, pues esta tiene la calidad de referencia metafórica de esas condiciones del hombre con el hombre, con el mundo y el ser que le precede[52]. La narración de las experiencias no-facticas es una re-descripción figurada en el sentido de la palabra. La Narración debe considerarse por lo tanto como esa parte de la historia que relata al sujeto en sí y su situación en la realidad y la existencia[53]. De igual forma el relato es tratado como el estilo propio de la narración que resultaría la realidad de sí. Las dos formas tanto relato como narración forman la historia, la identidad de sí[54]. . Esto nos lleva a la problemática de lo que se dice[55]. En la narración la relevancia es el sentido del ser y su situación más allá de la lingüística[56]. Al narrar se relata una identidad de o sobre aquello de lo que se dice[57], dicha identidad (ser o descripción del sujeto) supera el calidad de las definiciones lingüísticas y tras la ruinas de la misma accede a una plenitud significante de la misma. Es una identidad como ya se dijo de la situación del sujeto en la realidad y la existencia pero no a nivel de idem (lo mismo) sino del ipsed (lo otro) a nivel de sí, es decir, es una identidad narrativa[58], de ese ser o sujeto y su situación en la realidad y la existencia. Al ir más allá de las ruinas literales de la lingüística no dice como son las cosas sino como que son. Esto significa que la narración al igual que la metáfora no esta a nivel de la literalidad sino a nivel de la pertenencia de sí al ser y su situación en el mundo. A nivel del discurso. Esto explica el considerar a la metáfora y su referencia metafórica como fabricación del discurso, pues el ser como que presenta tras su narración es innovación de significado no literal que alcanzan referencias de sí y del hombre y su situación en el mundo. En el desarrollo enunciativo de la metáfora no existe una figura únicamente de la palabra sino una narración figurada de la realidad y la existencia con la capacidad de decir experiencias que la literalidad no alcanza Por esta razón la metáfora no quedaría únicamente en las referencias literales de la narración. La metáfora dice algo o aquello de lo que se habla[59]. Es una perspectiva distinta a la concepción de metáfora como unidad de designación desviante o perífrasis literaria[60]. La metáfora luego de la desaparición de la tragedia como referencia de la situación del hombre, ocupo una consideración desviante de significado de una cosa a otra, al trasladar un nombre a otro, lo que la redujo a la teoría de las figuras literarias, despojando su capacidad impertinente o reflexiva a la designación retórica de ornatus[61]
. La práctica de la elocuencia entendía los alcances significativos de la poética. La acción reflexiva de la tragedia, a través de las cuales se podía entender significados no accesibles fácilmente es un ejemplo de ello. No por algo Platón dudaba de la poética[62]. La retórica, esforzada en el poder de la seducción de la palabra temía a un poder mayor de seducción, la tragedia. La ascesis reflexiva de la tragedia permitía al hombre comprender su situación en el mundo a través del relato y la referencia poética. El esfuerzo de la retórica adquiere relevancia tras mantener la primacía de la palabra[63].

Tras la problemática de la no referencialidad de la metáfora, esta, adquiere una nueva dimensión, que registra y presenta su capacidad de referencia y de sentido. Sin embargo, la dificultad estriba básicamente en la concepción de la metáfora como figura designación desviante y no como figura de predicación impertinente[64]. Es desde la impertinencia que la metáfora es una unidad de referente y de sentido, de discurso. De modo que la fácticidad no es un hecho (ente) puramente sino también una parte del ser al que tecnifica objetiva[65] la inocencia, la caída, la libertad, la inquietud, son nociones de sentido que se incluyen en la esencia humana y que se manifiestan más allá de lo literal. Esto sucedería en un ámbito impertinente al ser establecido o empíricamente determinado. La necesidad de una noción metafórica elevada a la plenitud significante es necesaria para la predicación discusiva de la misma. Una poética descubierta en las relaciones de aprendizaje como unidad de discurso es vital para las utilizaciones del lenguaje. No en la creencia de una manifestación externa del lenguaje, de la subjetividad.

La perdida inocencia en la narración metafórica es una posibilidad no solamente figurativa sino de discurso, esa inquietud; el movimiento de sí antes de su inversión[66], es la parte opuesta de la fácticidad.
El homo-techné sufre, es todavía una “animal” de apegos; débil, falible, lábil. La debilidad y la caída; la fe etc., le expone y denuncian en y desde lo sensible[67]. Pero también está lo Totalmente-otro, la alteridad es la parte inversa de su individualidad, del yo-soy-yo pienso. La fácticidad no es el todo ni el principio fundamental del todo, sino una forma de lenguaje[68]. Freud descubre la manifestación de esa labilidad pulsional desde el carácter simbólico de la inconciencia[69]. Tras la palabra indudable, objetiva, existe un signo, una palabra vehemente sensible-creadora[70] y que a falta del análisis, se reduce en la subjetivo[71] esto significa, lo otro, lo precedente. Una experiencia de la fácticidad en su incertidumbre que dirige despectivamente hacia la subjetividad o el menos de su retórica. ¿Es entonces impertinencia un problema de significación?

El curso retórico del s. XIX dispuso destituir cualquier referente impertinente del lenguaje y sugiere de dichas impertinencias “un delirio de la palabra sin objetividad”[72] Así, el acceso al individuo[73] tuvo también su origen en la persuasión sin “inconveniencias”, es decir, sin la praxis reflexiva a nivel de los sentidos[74]. El sentido necesitaba ser inmediato, sin exámenes ni indagaciones de significado al ser y su situación en el mundo[75]. Esta parte de la subjetividad inquieta fue desvanecida –como ya señalamos-, excluida del lenguaje y de de sí mismo como el otro. El sujeto no necesitaba según esto hallarse en el mundo ni entender su situación existente. La praxis exigía cosas más inmediatas y la elocuencia eficacias según los beneficios. La subjetividad inquieta resultaba ser una gravísima dificultad para la elocuencia y sus intereses por su celo en el sentido y la negación a una existencia introvertida. Su eliminación no debía consistir en la desaparición física sino en la ambigüedad de su repertorio. Deslegitimar su referencia tras la technè era más efectivo y verosímil que eliminar su representación, su eficacia fue arruinada en la impertinencia ambigua frente a la inmediatez de la palabra practica, esto facilito el credo de la impertinencia como fuera de la objetivo[76]. La subjetividad perece en imprecisiones. Es un juego de intereses entre una experiencia objetiva y una experiencia de lo otro. La Alteridad es un problema para la elocuencia aun cuando puede ser su mejor argumento. Lo otro es, impertinente, pero “útil”, lo otro es exigente, el individuo es inmediato, lo otro, es ontológico-semántico, el individuo es practico-semiótico, es a partir de la no-alteridad que se destruye en el sentido fluyente. La vehemencia ontológica por la cual reconocemos en el lenguaje la posibilidad de ir a otras formas de habitar y ser-en-el-mundo, se restringe a las exigencias de la elocuencia. Dicha vehemencia atañe al ser no a nivel de la cópula entre el verbo y el predicado sino a nivel extra lingüístico; refiere a la condición del hombre con el hombre, con su existencia y con el ser que lo rebasa. La tendencia a una cotidianidad marcada por la retórica heredada descuida una manifestación de un lenguaje no literal. El uso un lenguaje no literal queda fuera de una lingüística literal, de un sentido fuera del significado literal. Esta rebaja del lenguaje olvida las múltiples posibilidades del lenguaje mismo. Sin embargo, p.ej. La pragmática prescribe los usos y contenidos del significado en la realización del lenguaje, igual a partir de su método, tras las ruinas de su literalidad, puede allanarse el nivel ontológico que se le escapa detrás de su análisis. De esta forma su aproximación al significado no queda solo a nivel del concepto sino de la revelación extralinguistica que posee. La Metáfora es en consecuencia una trasgresión del sentido pre-establecido[77]. Es una impertinencia que rebasa lo pertinente hacia nuevas formas de significación y de ser en el mundo[78]. Ese ser impertinente no es una manifestación a nivel de la cópula sino a nivel extralingüístico[79].

Ahora, desde está perspectiva la poética dejaría de reflexionarse como una mera insinuación estilística o de ornatus según se recibe de una práctica discursiva, que aunque desaparecida, dejo huellas durables en el lenguaje de la comunidad lingüística y divisas aun todavía dentro de la lingüística. Una poética entendida no-literalmente es necesaria. Una tendencia con énfasis en la literalidad de la metáfora permanece en las relaciones de aprendizaje metafórico, dejando una expresión de la poética nula, totalmente en lo subjetivo. La retórica rutinaria, frente a la escritura como experiencia de la realidad y la existencia es un caso alejado de la impertinencia. Esto da paso a una tendencia limitada del discurso. La nueva retórica expresada así en las continuas “tecnologías blandas”[80]; los mass media súper masivos y la transpolítica ejercitiva[81], además del discurso introvertido de la actualidad, como también el del aprendizaje en la llamada era del conocimiento, sesgado y redefinido según las teorías fluyentes de moda., elaboran una construcción de sentidos influenciados por la elite discursiva y de acuerdo a las exigencias de la misma[82]. Las bajas de lenguaje son una pérdida de sentido en un sentido aparente o fluyente[83]. Las actuales formas de significación reducen al signo a lo fluyente y a manifestaciones especulativas del mismo[84], de forma que lo superficial del discurso adquiere la eficacia y el papel principal de lo significativo. La asignificación o mal ejecución del símbolo ofrece una concepción del decir y de la acción difícil alejada de la significación reflexiva original de la palabra a nivel ontológico, a cambio de una tendencia reflexiva al inmediatismo[85]. Las dificultades del acceso racional al paso de la pérdida de la inocencia a la culpa se agudizan todavía más. La distinción de sentido de Ser se limita al acceso gramatical del mismo y se reduce su semántica a las relaciones copulativas de la sintaxis y la morfosintaxis de la palabra, similar a la poética la utilización de la significación verbal de la palabra ser queda en referencias lingüísticas de uso y contenido. Ser a nivel de la ontología no se queda en las definiciones, las supera en un excedente de sí. Esto es, de autenticidad por encima de las definiciones mismas[86]

La problemática de las definiciones sin referentes extralingüísticos, incluye, un manejo de las diversas relaciones del hombre con el hombre, y la cuestión ética. La alteridad es punto de no referencia en el discurso cotidiano, financiero, político, social, pero es una realidad desde el comportamiento de la individualidad[87].En efecto, la individualidad requiere a la alteridad únicamente de manera retraída. Es un otro invertido es decir, yo como centro de sí. La individualidad fluye inclusive por encima de la alteridad, no logra evadir su presencia. El ser aparente de los axiomas fuera de su literalidad parece intentar desviar al ser precedente de los mismos, sin embargo ninguno de los axiomas continúa sin ser advertido[88]. Los axiomas se ven alterados en muchas de sus definiciones. El evento modificador puede suceder no únicamente por necesidad lingüística sino también por unilateralidad, por yo-soy-yo-pienso. Esto nos conduce necesariamente a la Etica. La Ética es una pieza importante en la adquisición de sentido, pero además, de sí, y del ser-en-el-mundo[89]. Sin embargo, el ethos es utilizado en esquemas extraños y difusos la mayor parte de la veces por los fines de la elite discursiva, un querer sí pero sin querer, resume la idea reciente de la ethica[90], así, es borrada la diferencia de sí, su identidad, su existencia y su conocimiento[91].
La prensa de teorías fluyentes o de contenido ausente revela una realidad del pensamiento sin reflexiones de sí; al menos, sin el maquillaje filantrópico de identidad y consenso que dan lugar a la idea de una societas impensable[92]. Esta estrategia indica una problemática de significantes realmente "subjetiva", de una elite de discurso ocupada en los destinos de sí y del conocimiento[93]. Una introducción del vacío surge en el significado, a partir del discurso basado en la seducción y halago, -la diplomacia de la mentira-; luego de una histeria de la verdad, susceptible de caer en la carencia de sentido, en la incertidumbre[94]. La incertidumbre no es definible, un ser no ser, un vació, una inercia aparecen inadvertidamente. Por otro lado, las estrategias de manipulación de sentido, también suelen surgir en ambientes como el aprendizaje o la enseñanza[95]. Indiscutiblemente una parte importante de significado, sucede en las relaciones de aprendizaje[96]. Influenciar las diversas formas de sí (ser-en-el-mundo) es una preocupación del discurso elocuente. La mejor manera de manejar la conciencia es manipular su entendimiento[97]. La identidad, la existencia no son siempre de índole cultural (ser en sí)[98]. El ser revela una identidad; es presenta una condición única, irrepetible a nivel de la ontología. Copulativamente, la identidad, queda en un es manipulable, gramatical. Una éthica fluyente serviría de validez al manejo de significantes superfluos e ilusorios para el ser o sus características[99], p.ej. el príncipe o partido político introvertido, aparece desde el centro del discurso hasta el manejo de la conciencia en el ámbito significativo. El entendimiento así como el corazón del hombre son susceptibles de corrupción. El conocimiento siempre será un punto acariciado de manipulación[100]. Dichas elites discursivas siempre ambicionaran el dominio total del significado. El Poder o la Ego-latria del yo superado, es en buena medida el principal elemento de manipulación[101]. Esta situación es preparada por el mayor de los peligros que corren el Poder y la Política: la obscenidad.[102] Lo concuspicente ingresa, p.ej., detrás de un príncipe maquiavélico; pero también, puede inferir en diversas relaciones de sentido, así como ya lo anotamos, detrás una pedagogía carente de relaciones de sentido, una pedagogía utilizada como fuga conlleva a una experiencia de vació[103].

El pedagogo reciente existe invadido de pedagogía pero sin la trascendencia significativa correspondiente, está en el vació, en la individualidad y la inercia, lleno del “saber” pero limitado, encerrado, en una caverna donde las sombras del saber aparente lo engañan, y lo sobornan[104]. El sabio en la caverna, es el ethos de la política con intereses a fines o de la transpolítica, esto es, de la política que solo se ama si misma. El homo politikus fantaseado al ídolo sueña la inmortalidad y el poder. El sabio, una vez más -como ya se escribió-, es una piedra en el camino para el mal, es una impertinencia, una coletilla del discurso introvertido.

Por lo tanto, dicha fluidez da lugar a una escuela inmediatista, fluyente de igual manera, complaciente por que todo lo que fluye es bien, es Light. Dicha complacencia genera un credo del facilismo, del inmediatismo. Del ser morboso y sin repudios, sin limites. Lo vulgar es fine-looking. Sin embargo, Las dificultades del acceso racional a la pérdida de la inocencia, del sentido, lo no-decadente, es la mayor evidencia de una masa descompuesta. La obscenidad incluida en lo sagrado termina por deshacer su existencia[105].

El signo relevante es suturado por un signo aparente. Las tendencias especulativas de signo limitan todavía más las múltiples posibilidades de lenguaje y conducen a las relaciones de aprendizaje a una retórica sin contenidos. Las carencias de sentido o fine-looking fluyen invitadas por la lucrativa referencia de desarrollo o calidad, igual que por la incidencia de los media en uso de consumo y manipulación hasta ingresar al rutina cotidiano, la intimidad, el lenguaje, de modo que se estructuran elementos axiomáticos de los mismos. La intimidad o la publicidad del ser, invadida, sigue la idea de sensacionalismo y obscenidad recientes. Lo íntimo se desfigura, se pierde como derecho, como propiedad humana, para existir como realidad mediática, sin referencia, sin metáfora, sin identidad de sí ni narración. Las nociones de significado dentro de los ambientes para relaciones de aprendizaje son mediáticas y simbólicas. Una problemática entre el saber suficiente y saber aparente surgen de igual forma, imperceptibles, sin referencia.[106] Lo aparente se impone a lo suficiente desvirtuando su realidad[107]. Lo sinuoso se impone al recelo, la intimidad, el ser, el estado ontológico, luego, de desechar su existencia, su realidad, su permanencia, su objetividad por una objetiva irreflexiva solo a lo inmediato, lo evidente, lo infalible. El ser narrativo, la metáfora de sí, no es más que únicamente una referencia de un sujeto, de un ser, que figura, en la fantasía.

La escuela recetada en esta tendencia, recicla la metáfora, el decir de otra manera las cosas, de significar la realidad y la existencia, sin pretensiones de totalidad, sino del ser ahí, de su situación, de su existencia. Un ser-en-el-mundo, no puesto al alcance de las definiciones, sino de ser, de un ser como, que por semejanza, igual que el modelo científico, resuelve las referencias y sentidos de aquello de lo que se dice y se supone no se dice, por que no alcanza la exactitud objetiva-lingüística, olvidándose que esta exactitud (ontológica-metafórica, no-literal, no-fáctica) precede a la objetividad-lingüística, pues no depende de los axiomas ni de los referentes según la lingüística misma, dado que ella misma es una elaboración de sentido no definido por la palabra, es un ser copulativo, lingüístico frente al ser que la excede. Lastimosamente, después de esta problemática, la escuela, la cotidianidad, el discurso tecnológico, político, comercial etc., requieren restablecer su lenguaje para ingresar a nuevas formas de ser y de habitar en el mundo, para entender un significado literal desde cuyas ruinas se revela un significado mayor, no sujeto a los cambios ni las revisiones, un significado del ser, de la parte precedente olvidada, de la alteridad, de si mismo como el otro.

Luego de esta problemática, la escuela, necesita abrir a la metáfora a las múltiples posibilidades de lenguaje, a resolver, su mimesis figurativa y llegar a si a su referencia y sentido de aquello de lo que se dice. El esfuerzo de un lenguaje recuperado en su dimensionalidad significante, invita a las relaciones de aprendizaje metafórico al manejo de la referencia metafórica en el lenguaje, permitiéndose entender sus múltiples posibilidades y la oportunidad de ingresar en la elaboración de discurso, obtenido desde la metáfora, a la que la convencionalidad y la literalidad, descubiertas como unidades de lenguaje, se sumara la metáfora como unidad de discurso y de sentido.


Notas:



[1] Searle John: Metaphor. Metaphor and thought. Ed by A. Orthony. Cambrige University Press, 1978.
[2] Danto Arthur. Metaphor & Knowledge. Beyond The Brillo box. The Visual Arts in Post- Historical Perspective. New York. 1992
[3] Ricoeur Paul. La métaphore Vive. Paris. Senil. 1975
[4] Aristotle’s. Poetic 21
[5] Goodman Nelson. Languages of Art. Indianápolis.1976.
[6]. Al respecto, la aparición del Sentido de Decir las cosas, se originaba en la supuesta capacidad del hombre al utilizar el lenguaje. La cuestión esta planteada en términos del origen de sentido, en el que el hombre, es superado detrás de su elocuencia por la existencia misma ¿Qué obliga al hombre a ser el origen de sentido? Precisamente la precedencia de la existencia como sentido. De manera que el hombre siempre tiene replantear de nuevo sus definiciones y respuestas de o para. Así la ciencia debe existir en un constante proceso de superación. De esta manera la experiencia-empírico demostrativa-hombre no es la reveladora de sentido; del decir las cosas, por el hecho de establecerlas, ella es una forma de lenguaje, y no su constituyente máximo. Tal insinuación, como más adelante veremos, creería que la experiencia-no fáctica es insolvente. La precedencia de sentido a nivel ontológico descubre que las definiciones no siempre corresponden a la realidad.
[7]. Unidades las dos del interés de diferentes disciplinas (la sociología, la lingüística, La filosofía, la Ciencia política, etc.). Independientemente de las separaciones positivistas y sus antípodas, el uso de estas expresiones se realiza bajo la perspectiva Heideggeriana del Ser y la propuesta de Ricoeur sobre el lenguaje y el sujeto como unidad de lenguaje, más allá de las separaciones acaso hoy ya infantiles del sujeto-objeto.
[8] La literalidad denominativa se presenta en ya desde la antigüedad en la utilización de Retórica clásica al dar a la Oratoria la utilización exclusiva de ciertas formas de comunicación y persuasión en las que las vinculo que unía la palabra con la filosofía desaparece hacia tendencia inmediatista. Esta apropiación del Sentido pretende establecer que o no tiene relación con la idea de objetividad reinante. En la modernidad esta misma pretensión se repite en el cogito al someter a la duda aquello que puede o no existir en la realización del lenguaje. En efecto, dichas pretensiones antes que unidades sistemáticas de conocimiento y objetividad son una limitación de parte del ego hacia la espontaneidad del lenguaje. Con Wittgenstein, observamos que el lenguaje es una actividad total que involucra no solo parte lógica (esto es la actividad del sentido) sino la ética (la correspondencia del sentido). Lógicamente parecemos muy audaces con la expresión y manifestación del lenguaje, pero éticamente dicha audacia no responde generalmente con lo que es el caso. Este el punto de debacle por el cual este Itinerario quiere presentar que las expresiones no-facticas del lenguaje como la metáfora, revelan algo más de lo que las expresiones lingüísticas alcanzan.
[9]. Las experiencias semánticas definidas por la lingüística como unidades de la lingüística pueden alcanzar tras la extensión de su sentido nuevas formas de significación. Esta extensión significante no se reduce únicamente al signo (o la unidad lingüística) sino que alcanza las mismas posibilidades de los significantes del símbolo.
[10]. Diferentes niveles de significado se hacen presente en las diversas manifestaciones de lenguaje. El discurso es tratado como acontecimiento del cual la fugacidad del lenguaje produce nuevas formas de significación, formas que la lingüística no puede definir al permanecer dentro del análisis de las formas, del signo, de modo que espontaneidad del lenguaje es hecho intemporal, una acontecimiento antes que una estructura sistemática

[11] Ricoeur Paul. La Metáfora Viva. Ediciones Cristiandad-Trotta. 2001.
[12].Eliott da lugar a una serie indagaciones sobre la calidad de la palabra que debe ser despojada de adjetivos inútiles. En este itinerario la diferencia entre adjetividad y la metáfora es tratada como desde la perspectiva de la metáfora viva. Mientras la metáfora es la elaboración figurada de la realidad y la existencia sal punto de crear un lenguaje figurado con la capacidad de discurso, el adjetivo es una experiencia de la gramática necesaria para la calificación de los nombres. Es esta circunstancia de la calificación del los nombres que difiere de desarrollar frases metafóricas con un sentido completo. El adjetivo es un elemento de la frase y no es el principal.
[13] : Black Max. Modelos y Metáforas.
[14]. Algunas perspectivas sobre la metáfora la ubican en el uso de símbolo desde la perspectiva lingüística. Esto es, desde la denotación meramente del signo como unidad lingüística. Frege no concedía denotación fuera de la lingüística. Ricoeur amplia el concepto de denotación hacia niveles no lingüísticos. Esta consideración era comprendida en cierta forma por Eliott, para quien las palabras debían mantener no solo una correspondencia de sentido sino de coherencia. Esto involucraba el uso de todos los significados posibles atendiendo no solo a su ubicación lingüística sino a la pertinencia de sentido con la identidad semántica de la frase. Para Eliott el uso de adjetivos inútiles – como lo veremos- no responde a la identidad semántica original del poema o escapa de representar la lógica del poema.
[15]. Esta distinción es necesaria por la dificultad del acceso racional a las experiencias de no-fácticidad que hablan de la situación del hombre con el hombre, del hombre con el mundo, del hombre con el ser, consigo mismo, su realidad de sí ante la apariencia de la definición que supone es su ser, si situación en la experiencia ontológica que hablan de su estado y condición, de lo que la literalidad de su existencia no admite. Esta excedencia de sentido es algo que el hombre siempre ha dicho de manera simbólica. Por lo que, es gracias al lenguaje indirecto que es posible ver esa situación del hombre con el ser y con los seres, es por analogía que el hombre logra revelar su condición. La metáfora está entre esas unidades que simbólica y figurativamente dicen algo o aquello de lo que se habla y que el contexto lingüístico rechaza por considerar fútil tal experiencia de la realidad o la existencia. Al distinguirse claramente esta situación da lugar a la experiencia de las relaciones de aprendizaje metafórico.
[16]. En efecto, admitir niveles de significación precedentes de los niveles de sentido sujetos a la semántica-lingüística, permite distinguir entre la lingüística de la lengua y la lingüística del lenguaje, tal como lo sugiere Benveniste. Esta consideración deja ver a la experiencia la diferencia entre la fácticidad (Historia-ciencia; Techne-Instrumento; Logos) y la no-fácticidad ( precedencia, lo Totalmente-otro, La alteridad, Sentido)
[17]. Tal como lo señalamos más arriba la impertinencia semántica pasa de una interpretación inadecuada a otra más adecuada. Es gracias a la innovación semántica que pueden encontrases formas de significación más apropiadas para la realización del lenguaje o el desencubrimiento de significaciones encubiertas por fines contrarios a la pertenencia y sentido del lenguaje, y que no siempre son perceptibles en cuanto la conciencia poseedora de sentido disfraza su carácter semántico. La impertinencia semántica es por lo tanto una contrariedad para los significados imprecisos o inadecuados, un hallazgo de sentido precedente de la definición, pero al mismo tiempo, una innovación semántica que enriquece el lenguaje.
[18]. Es notaria la explicación de que la metáfora no es una unidad de discurso sino una unidad de significado literario. La actualidad lingüística de la metáfora esta relacionada con el uso Ficticio del lenguaje y la idea ilusoria de fantasía. Esto quiere decir, la metáfora como abuso de significación, como desviación de la identidad semántica; una exageración de lenguaje para presentar sentidos no pertenecientes al uso real del lenguaje.
[19]. Gracias a que la retórica clásica propuesta a fines, mutilo la palabra a los usos semánticos de lo eficiente, la metáfora como unidad de la palabra, se sujeto a los usos desviantes de la palabra, esto es, a la falta de objetividad a la que se deben todas las unidades semánticas del discurso. Este reduccionismo condujo a la confusión entre lo veracidad -de las palabras objetivas frentes a las cuales las no objetivas como la metáfora carecen de sentido- y la verosimilitud. Aun en las carencias de sentido, unas cosas podían carecer de lógica y resultar aparentemente verosímiles, y unas totalmente verosímiles aparecían ante las estructuras lógicas contradictorias, absurdas. Tal confusión le servio a la retórica para uso de las significaciones valiéndose del comodín veracidad-verosimilitud. Esta confusión fue producto de la separación hecha por la retórica del análisis de sentido al que la filosofía invitaba
[20] Estas es una de las circunstancias que la retórica clásica quiso evitar al deshacerse de la relación reflexiva que exigía la retórica Aristotélica, y presentar una versión en la cual lo emocional era el instrumento persuasivo y de convencimiento requerido, así una reflexión al inmediatismo, encontró sus bases antes que la lógica, de manera que en la actualidad los mass-media se valen de la palabra sujetada en ese tipo de manipulaciones de lenguaje y del sentido.
[21] Tal como nos lo muestra la cita anterior, la precedencia se ubicaría en la zona excluida de la reflexión filosófica, adicionalmente, a las experiencias no-facticas que daban lugar a una forma de ser y habitar en el mundo y la existencia distintas. El afán práctico, y la actividad de intereses a fines dan el resultado de una fácticidad expresada en los presupuestos del Ente, en el que prevalecen los sentidos superficiales. Entiéndase por ente como ya se dijo, a las experiencias supuestas para la existencia e identidad del ser, así como las estructuras generadas que representan al hombre, su vida y su pensamiento, p.ej., la Economía, la Política, etc. El ente no es forma del ser sino una suposición del mismo.
[22]. Las parábolas bíblicas se oponen por extravagancia y antitesis a la cotidianidad, al valerse de esta, para desmentir por redundancia sus carencias de sentido. Así por ejemplo, la Parábola del Hijo Prodigo, en la cual, el carácter semántico es opuesto por antitesis al de uso cotidiano. Mientras la mayoría de la comunidad lingüística esperaría el rechazo de parte del Padre al Hijo descarriado, Jesús por antitesis y extravagancia, elabora lo opuesto, la contradicción, demostrando con ello una falta de sentido de parte de la comunidad lingüística crédula del debido proceder. Este choque semántico contradice la idea de sentido aceptada y obliga a replantear o re-considerar la idea. Esta situación, inclusive da lugar a una polémica pues la excedencia de sentido de las parábolas de Jesús contraviene la creencia de sentido existente, siendo por esto una impertinencia semántica.
[23] Los libros Bíblicos y en general los libros de la sabiduría tradicional de los pueblos clásicos (hebreos, Griegos, etc.) ostentan gran cantidad de significaciones colocadas hacia la reorientación de la existencia. En especial los libros hebreos del antiguo testamento y de los evangelios, junto a las epístolas apostólicas, advierten una experiencia de sentido mayor a las existentes.
[24] Ricoeur Paul. La metáfora Viva.
[25]. Op cit: Ricoeur Paul. La metáfora Viva.
[26]. Op cit: Ricoeur Paul. La metáfora Viva.
[27]. Hacemos referencia no a la unidad metafórica como tal sino a la acción designativa de la metáfora. La metáfora no solo implicaría a la unidad sino también, a la acción metafórica de enunciar figuradamente. La Palabra designó inicialmente la realidad y las cosas, conservando el principio de arbitrariedad del que nos habla la lingüística, sin embargo, fue una acción designante la que permitió una referencia de la realidad, que originalmente no pertenencia a los enunciados empíricamente demostrativos, sino a la designación del nombre por la palabra, por la referencia de un sentido que la palabra concedía a las cosas, asegurándoles una identidad, un ser, al que no de definía sino únicamente se nombraba por atribución, por mimesis. Esta mimesis inicial es la capacidad de representar la realidad a partir de la figuración de o sobre las cosas. Así la actividad figurativa del lenguaje subsiste como una de las primeras manifestaciones del sentido y por ello la metáfora constituye esa relevancia semántica cuya originalidad subsiste igualmente desde la palabra no lingüística.
[28]. El nombre ocurre desde la palabra ante la originalidad del mundo inicial, y que el hombre debió designar. La palabra es creadora, designativa, referente, innovadora, por lo tanto, en una irrupción de sentido, metafórica pues solo por innovación semántica fue posible nombrar la realidad y la existencia del mundo original. Es analogía de la palabra con la metáfora las coloca a las dos como la misma en su evento enunciativo y referencial como más adelante veremos.
[29]. Esto es, de la inquietud, la espontaneidad y el movimiento que la fácticidad en correspondencia con el ser permitió en el lenguaje inicial. Luego, la fácticidad alcanza el dominio incluso de si misma. Se trata pues de una inversión similar a la del cogito, del libre pensamiento al pensamiento introvertido yo-soy-yo-pienso.
[30]. También modelo, método, técnica.
[31]. La dificultad del acceso racional a la parte precedente del significado literal, genera una metafísica, pero a diferencia de la que discutía Aristóteles en el seno del Ser, se trata de una metafísica en la que la invasión de definiciones desaparecen el sentido llegando a una metafísica peor a la dificultad misma de acceder a la comprensión extralinguistica de los sentidos. El juego de describir el ser según como (la física, la Biología, etc.) además de su limitación tras la dificultad del acceso racional hasta este, excede la cantidad de atribución de significados, donde el agotamiento del mismo incluye la adquisición de sentido en el sin-sentido. Esta deformación crea una metafísica o desvirtualización del ser en sí o la identidad sin rostro de sí.
[32]. Realidad, Mundo, existencia, el ente. También en relación con estas tres últimas cosas, lo diverso. Sin embargo, la identidad ontológica del afuera, es la alteridad.
[33].Gadamer H.G Verdad y Método.
[34]. Op Cit: Gadamer H.G Verdad y Método
[35]. La obscenidad es vulgaris in-vulgaris, en el uso incluso de lo sagrado. Lo vulgar ingresa en la utilización de sentido adecuado, de esta forma, lo sagrado pierde identidad, y se vulgariza.
[36]. Desde este punto de vista, al hablar de la in-certidumbre se allana su significación con respecto a la certeza expuesta por la experiencia empírico-demostrativa. La diferencia consiste en que dicha incerteza no parte de los enunciados no-demostrativos, pues el excedente de sentido es permitido sobre las ruinas de lo literal. Por tal razón, es el enunciado empírico demostrativo el que está limitado para acceder a niveles de sentido no-literales. El motivo sería su dificultad de acceso racional ante lo no conocido. Así la in-certidumbre recaería en la fácticidad.
[37] La Alteridad. A lo establecido, del lado precedente hallamos lo otro, la alteridad. Ese ámbito del ser y la existencia que los enunciados empírico-demostrativos nombran sin mayor alcance de su identidad. Esto facilita su uso como herramienta. La falta de identidad permite manipular los contenidos de lenguaje así como los significados designativos de ese ámbito, llegando inclusive a las definiciones que generalmente son designaciones referenciales a nivel superficial que de significado pleno o de las cosas con relación al ser. Esa falencia de identidad supondría el ente, es decir, el ser como hecho, como simple suceso.
[38]. Quiere decir sin contenido. Es una expresión tomada de Jean Baudrillard, para señalar el auge de contenidos vacíos como tendencia en la evolución de las teorías y presupuestos de conocimiento del saber actual. Baudrillard nos colabora en este caso, en la explicación de la perdida de sentido y de referencia que el sujeto presenta en la realidad y la existencia, y que se manifiesta tras las imposiciones de la tendencia “objetiva” de las cosas. Baudrillard nos permite analizar ¿Cómo es la significación real de lo aparente y de las estrategias de objetividad en el ser y la palabra? dan lugar a esa perdida de sentido y referencia del sujeto. Cf. Baudrillard Jean. Las Estrategias Fatales.
[39]. Estas son experiencias perceptibles en la existencia y la realidad. No son la constante por el precedente de sentido que revela su existencia. p.ej. al origen mal en la libertad, el bien resulta evidenciándolo. Son siempre los precedentes de sentido evidenciadores, de lo sin-sentidos y las carencias de sentido, que la conciencia poseedora del sentido aborda tras la incerteza que dilata. . Op Cit: Gadamer H.G Verdad y Método
[40] . Op Cit: Gadamer H.G Verdad y Método
[41] Una de las principales esencias del hombre en su búsqueda de sí, que da lugar a la technè entre cosas, permite al hombre sorprenderse, e inquietarse, ir a la creatividad a la respuesta, descubrir, como de igual forma, auto-reflexionar, advertir los peligros, los errores. Esa esencia desaparecida para sí mismo y la naturaleza, útil únicamente en le medio de experiencia practica y tecnológica, la dimensión de asombrar ya no implica maravilla o espanto con la decisión del hombre inicial, sino sorpresa –consumo. Es una desviación del hombre telematizado, de la cotidianidad, de la indeferencia que en la actualidad supera al hombre como especie racional. Esto en cuanto a la inquietud, al movimiento, en la actualidad la obesidad (masificación del ser)y la inercia (mutismo del ser) son las características del desasombro. Op cit: Baudrillard Jean. Las Estrategias Fatales.
[42]. Mito original se cambia por el mito de la technè. La technè rompe los asombros iniciales del mito y los adecua a la explicación racional de la technè. La sociedad desaparece tras la caída del mito como sociedad primitiva, a cambio surge la sociedad mayor estructurada. La escritura marca decididamente la transformación del hombre pero también significa su mejor evolución, el lenguaje, y con ello la adquisición de sentidos.
[43]. Es necesario ubicarse en las relaciones de poder en tanto que estas fueron las que invirtieron la identidad reflexiva y ontológica del lenguaje, luego de que el poder de la palabra fuera acaparado por dichas relaciones. Esta aclaración sirve para comprender el paso de la palabra abierta a la palabra acaparada, introvertida, del sentido en correspondencia al ser al sentido de las definiciones, de la poética como fabricación del discurso a la poética de las figuras literarias. Op Cit: Ricoeur Paul. La metáfora viva.
[44]. Op Cit: La Metáfora Viva.
[45]. En la cita 15 señalamos acerca del auge de contenidos vacíos en la utilización del discurso y de la acción. Esta tendencia es muy utilizada por las elites discursivas para adecuar la sintaxis significativa a niveles manejables, pero al mismo tiempo, para redefinir la realidad y la existencia en unos parámetros de lo panegírico, lo superficial. Esta inclusión es discursiva y utiliza diversas fuentes y mecanismos que van desde la oclusión mental (repetición masiva de imágenes informes) hasta la ley desvirtuada que legitima la obscenidad. Mas adelante aclaremos estos conceptos se trataran para la explicación de la mente ocluida. Además de señalar la saturación de la imagen informe idea por la monopolización de la misma. Op cit: Baudrillard Jean. Las Estrategias Fatales
[46] Op Cit: Baudrillard. Las estrategias fatales.
[47]. Op Cit: Baudrillard. Las estrategias fatales
[48]. Este es vacío absoluto donde suele ocurrir la obesidad o la saturación informe, en este caso de sentidos en los cuales el significado prepara el vacío, es decir la falta de contenido, la súper fluidez donde lo exterior supera el carácter interior de si, el nivel ontológico de la palabra ser ingresa a la nada. A nivel de la gramática la palabra ser sucumbe en la obesidad tras la innumerable definición de la misma. La identidad reclamada es agredida al mismo tiempo. Op Cit: Baudrillard. Las estrategias fatales
[49]. Op Cit: Ricoeur. La Metáfora Viva.
[50] La identidad es tomada aquí como el sujeto sin deformaciones, el ser fuera de las definiciones, el carácter narrativo sustancial que señala al sujeto y sus relaciones con el hombre, el mundo, y el ser. Al perder la realidad de sí no existe la identidad. Recuérdese que la noción de sí hace referencia a lo que es el sujeto, esto es, a la parte del mismo que pertenece al ser, y la noción si mismo como otro, es el efecto de sí en su relación con el ser que lo precede, lo otro, de la que es el mismo. Ricoeur. Tiempo y Narración. También Ricoeur Paul: Si mismo como otro.
[51]. Al considerar la metáfora, necesariamente debe hablarse de narración. La metáfora es una unidad de acuerdo a Ricoeur del discurso, por lo tanto, dice. Su deixis una es una deixis narrativa. Habla de o sobre aquello de lo que se dice. En este sentido se toma la expresión de sí que traduciría SER, sujeto. Op Cit: Ricoeur Si mismo como Otro
[52]. Op Cit: Ricoeur Paúl. La Metáfora Viva.
[53]. Op Cit: Ricoeur. Tiempo y Narración.
[54]. Es un tratamiento no lingüístico de la Narración y el Relato. Estos últimos reciben una consideración ontológica en relación al ser al que refieren o dicen. Op Cit: Ricoeur Paul. L a Metáfora Viva, también: Op Cit: Ricoeur. Tiempo y Narración.
[55]. Op Cit: Ricoeur Paul. L a Metáfora Viva.
[56]. Op Cit: Ricoeur Paul. L a Metáfora Viva. también Op Cit: Ricoeur. Tiempo y Narración.
[57]. Op Cit: Ricoeur. Tiempo y Narración.
[58]. Luego de considerar la narración en el sentido de sí, la identidad es su forma característica. Por eso se habla de identidad narrativa. Op Cit: Ricoeur. Tiempo y Narración.
[59]. Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva.
[60]. Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva
[61]. Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva
[62]. Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva
[63]. Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva
[64]. Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva
[65]. El espíritu sensible de la física presenta una existencia fenomenológica que ingresa en el estado del ser como una representación de su posibilidad Heidegger, admite ese ser, por cuanto , no podría negarse, la nada no puede sustituir la física de las cosas, salvo la catástrofe. Las dos guerras mundiales devastaron lo sensible y lo suprasensible –que ya explicaremos más adelante-, la idea del hombre naturaleza-hombre-mundo, pero ontológicamente, el exterminio no consiguió el fin de la existencia físicamente hablando, ni del hombre ni de la naturaleza, de ese Ser precedente, de ese ser ahí en el mundo.
[66]. Es decir, de una actividad mobile in mobile (movimiento en moviendo) a un actividad mobilie retrus (movimiento sin movimiento)
[67]. La sensibilidad es vista como la expresión física de la realidad y suprasensibilidad al efecto de esta realidad en el ser y el hombre en su sentido ontológico. Al carácter ontológico de existencia la suprasensiblidad identifica diversas condiciones de sí y su estado en el mundo, en si mismo, y con el ser.. Heidegger Martín. Ser y Tiempo
[68]. En efecto, la originalidad con la cual la fácticidad resume la existencia es derrumbada frente a las experiencias no-facticas, frente a la caída del hombre y su expulsión de los dioses (Pandora, Prometeo, Adán y Eva etc.), y al pecado, que destruye la relación del hombre con el SER, con el mismo, con la vida. El pecado además de mostrarse como una perdida y falta, presenta una referencia del hombre débil pero también perverso, de la desobediencia o la obscenidad, como más adelante veremos. De la infidelidad, es decir, la falta de transparencia y fe. La fe es una correspondencia total con DIOS, pero habla también de fidelidad, de acceso inmediato a la verdad. Esta re-descripción de religiosa presenta un aspecto no necesariamente místico, y más bien, se habla desde un punto de vista antropológico y ontológico, incluso político.
[69].Ricoeur Paul. Autobiografía Intelectual.
[70]. Ricoeur Paul. Tiempo y Narración. Cf. Op cit. Heidegger M. Ser y Tiempo. F.C.E.
[71]. La Labilidad tiene en parte mucho de esa inquietud original que embargo al hombre, también tiene mucho de su voluntad y su in-voluntad, de su mala voluntad
[72].Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva.
[73]. El ser en plenitud se admite como sujeto, al polarizarse, es individuo, lo que significaría una experiencia de lo indivisible- de lo ente, que es contraria sustantiva-atributiva que se le dio a la palabra, y que sugiere una ascensión significativa de igual identidad a sujeto, es decir, el todo, parte del todo, de lo totalmente-otro. sin embargo, su indivisibilidad lo extrae del todo, lo particulariza, esto es, lo aparta de sí mismo como otro hacia un ser existente sin lo otro, sin la plenitud, sin el movimiento, lo significaría un ente. De esta forma, la sustantividad de la palabra es una denominación más por calificativo que por correspondencia semántica, pues lo adjetivo es el signo de dicha sustantividad.
[74].Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva.
[75].Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva.
[76]. Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva.
[77] . Lo Impertinente.
[78] . Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva.
[79] . Op Cit: Ricoeur. P La Metáfora Viva.
[80]. Hacemos referencia a las nuevas formas de comunicación y dialogo del hombre con el hombre y del hombre consigo mismo y con el ser que lo rebasa. La publicidad de la comunicación familiar se ha replanteado frente a nuevas formas publicas de dialogo. Las nuevas tecnologías mass-media y del entretenimiento, y las llamadas tecnologías blandas o superficiales adicionales al desarrollo de las llamadas teorías fluyentes o de contenido ausente, que más adelante explicaremos, más el indiscutible desarrollo de la imagen y el consumo, dan nuevo tratamiento al concepto de comunicación donde la intimidad ha sido flanco predilecto y la desaparición del cuerpo (movimiento) después del sentido son los puntos fuertes de esta nueva sociedad.
[81] Estas llamadas tecnologías blandas presentan una ejecución de discurso con intereses a fines. Generalmente, utilizan un discurso significativo, estructurado en manejos del signo fluyente.
[82].Van Dijk Teun. Análisis del Discurso. Cátedra. 19… Cf. también Texto y Contexto. Cátedra. 1987
[83].Disminuciones, desmejoras en los aspectos estéticos, culturales, discursivo, ontológicos etc., que constituyen el lenguaje. Op cit: Van Dijk. T. Análisis del discurso. pp.
[84]. La situación del signo es tomada como un elemento significante accesible a la definición de su significado. El signo es invertido del sentido original a un sentido aparente o fluyente, al incorporarse en su sintaxis significativa referentes cuyos significantes pueden ser moldeados o re-significados por la elite discursiva. Op cit. Van Dijk Teun. Análisis del Discurso. Cátedra. 19… Cf. también Texto y Contexto. Cátedra. 1987
[85].Ricoeur Paul. Autocomprensión e Historia
[86].El ser como referencia y sentido es tomado desde las dos perspectivas que posee, la perspectiva literal-lingüística, cuya función es sintáctica-gramatical, y en la cual su función es copulativa como palabra; y del otro lado, la función ontológica de sí (ser como unidad de sentido) y de sentido que posibilita su predicación. El predicado del verbo ser puede ser tomado entonces como unidad de referencia copulativa (lingüística) o unidad ontológica (de sentido al ser)
[87]. Op Cit: Ricoeur Paul. Si mismo como otro.
[88] El pseudo ser; lo ente, llamado así por Heidegger, permite a Ricoeur, señalar, una existencia de la realidad entitiva,(la cosa o el ser como hecho) modelada. El ente es la expresión de un ser que existe por las definiciones y que viene a constituir una experiencia en la existencia del hombre. El Ente como hecho no es extensión a la realidad extra literal. establecería un ser según las definiciones adecuadas para la explicación de ese Ser al que pretenden hallar o definir, pero tras esta situación, la explicación o definición de ese ser culmina como un es valido, es decir, un ente. p.ej. La Política, La economía, la sociedad sugieren una realidad entitiva de un es al que pretenden aproximar.
[89]. Para algunos autores, la existencia del lenguaje en su referencia del mundo necesita además de una parte lógica una parte ética, por la cualidad de criterio significativo que se debe al lenguaje mismo. La Ética es tratada desde esta perspectiva en tanto el lenguaje no es una aleatoriedad irregular. El lenguaje frente a los significados debe sostener además de una lógica una pertinencia ética entre el decir y el ser. Op Cit: Ricoeur Paul. Si mismo como otro.
[90]. Ethos perversus, corrupto, sistema de intereses mediáticos y a fines. Op Cit: Ricoeur Paul. Si mismo como otro.
[91]. La aparición de las relaciones de aprendizaje se precisan en cuanto a la ontología de sí. En si mismo como Otro, Ricoeur, reconoce en parte que la problemática del ser como el otro, tiene que ver en esencia por la referencia ética propuesta por la actividad de política. Esto, no debe dejarse fuera en cuanto que la condición del sujeto en la existencia y la realidad, depende en parte, no solo del lenguaje y el uso semántica que le otorgue al mismo, sino también a sus relaciones de dominus (del hombre con el hombre) y la manera como influye en la realización de sí y si mismo. Op cit: Ricoeur P Si mismo como Otro.
[92]. La estrategia del príncipe de aparecer en la plebe, junto al pueblo y con el pueblo (caudillismo) para reseñar su lado humano, es también una estrategia utilizada por diferentes medios de la sociedad, principalmente con fines de dominio de la intimidad. Es conocida como publicidad emocional, donde el manejo de las emociones es vital para los fines o intereses propuestos. Los mass-media y la transpolítica como lo veremos en el capitulo primero son gestores y adeptos de este método de manipulación y estrategia.
[93]. Van Dijh T. La Noticia como discurso.
[94]. La nada.
[95] En efecto, el aula y las relaciones de aula-clase, aula-conocimiento, han sido instrumentos para impartir las ideologías o tendencias del momento. Ejemplo de ello es el comunismo que impartió la doctrina socialista durante su existencia. En la actualidad la influencia en el aula existe y es notaria la intención de intereses a fines. La baja educativa no desarrolla los niveles científicos ni tecnológicos que deben acompañar a una tendencia de evolución educativa. La deserción y las problemáticas en las juventudes (alcoholismo, drogas, embarazos escolares), así como la baja de oportunidades profesionales, dan cuenta de una educación incapacitada en la elaboración de pensamiento. Estos comportamientos convienen a ciertas elites de discurso y al tiempo hablan de una crisis provocada bajo los pseudos de bienestar y preocupación educativa que dichas elites, discuten. “La promesa, en este caso, -tal como lo explica Freud- alivia, ilusiona y omite en cierta forma la realidad, pero su intención –en este caso negativa-, persigue un fin, un despropósito, una farsa, es una mascara que terminara por destruir el rostro”
[96]. No puede negarse que gran parte de la comprensión como ejercicio y facultad intelectiva debe su participación a las relaciones de aprendizaje, además, del ámbito cultural que las precede
[97]. Esto significa, la posibilidad de manejar y revisar el contenido y significado de lo inteligible y lo cognoscitivo. En efecto, el acceso a los contenidos y significados de lo inteligible y cognoscitivo facilita el manejo y desarrollo de la comprensión
[98]. En este aspecto, la cultura supone una representación de ser por unos rasgos característicos, el ser-en-el-mundo, de Heidegger tendría que ver con ello, al destruirse, los referentes y significantes de sí, el ser pierde funcionalidad ontológica, y el sentido del mismo, pasa a manos de la referencialidad circulante, esto es, copulativa.
[99].Los sentidos del ser a nivel de copula siguen en función de la sintaxis y la gramática, lingüísticamente dependen de esta circunstancia
[100] La comprensión es la principal de las funciones del pensamiento susceptible de influencia y manipulación. Freud alcanza a entender esta situación desde el psicoanálisis y el estudio del yo. La problemática de la influencia de la cultura hace alusión a muchas formas de Influjo tras los usos de la conciencia en y para el yo alterado. Dicha alteración puede contener orígenes de frustración o deseo según las exigencias del medio exterior, sin embargo, las dificultades de origen interior, en una parte importante corresponde a la frustración o castración sucedida tras la perdida o el desengaño que genero ese éxtasis de ambición tal como lo notáremos en el capitulo primero y segundo de este itinerario. Cf Freud. El Malestar de la Cultura. Alianza Editorial. Edición de Bolsillo. 1990. pp. 10-45
[101]. El Yo superado en el Malestar de Cultura de Freud, supone un estado del yo vencido, es decir, rebasado en sus limitaciones y frustraciones, todopoderoso. Op Cit: Cf Freud. El Malestar de la Cultura. Alianza Editorial. Edición de Bolsillo. 1990. pp. 10-45
[102] . Buadrillard Jean. Las Estrategias Fatales.
[103]. Incertidumbre. Ambigüedad, La Nada, el sin-sentido
[104] La 0besidad en palabras de Baudrillard, estaría en la sobreabundancia, la hipertelia o la masificación de o para. Lo fluyente surge de esta manera, de modo que, en el caso del saber, surgiría una circulación obesa de Teorías sin correspondencia dada la sobreabundancia de o para, de modo, que puede, crearse indigestión
[105]. Buadrillard Jean. Las Estrategias Fatales.
[106]. José Saramago, premio noble portugués, dentro de la historia narrativa dedicada a la condición y situación del hombre, y sus relaciones en el seno de la existencia y del ser, presenta una explicación sobre la insuficiencia conceptual que los modelos de educación y la escuela recientes ofrecen, luego de que la idea de aprendizaje dejara de ser una concepción esencial, el consumismo y la política económica, alcanzan dominio sobre la educación a nivel lucrativo, buscando con ello un manejo de la misma. Su influencia exige las condiciones que el aprendizaje sugiere alcanzar para las condiciones de mercado. El Elitismo de la era del conocimiento sugiere una base de competencias, roles y contenidos conceptuales, a fin de limitar los alcances de su desarrollo y sus funciones. La llamada era de conocimiento, llamada así por las innovaciones y normas exigidas como calidad de aprendizaje, además del crecimiento tecnológico de las ciencias, resultaría ser una farsa, pues la población ingresa en una oferta académica-cultural que ajusta los saberes y conocimientos a interese a fines, y sujeta las condiciones de mercado. Un saber aparente presenta una evolución científica según la cual las competencias resumen el contenido suficiente de los conocimientos. Pero un acceso a profundidad en la búsqueda de pensamiento critico-científico, además de las competencias, queda lejos de la realización conceptual. La escuela tras la perdida de su capacidad científica, deja su presencia como esencial y recibe un papel secundario. “El estado entiende que una inversión en la ciencia antes que en los modelos de aprendizaje, le resulta muy riesgosa a sus intereses a fines”. No se trata de cubrir a la población con nuevas ofertas educativas, ni hacer el énfasis en modelos cada vez más rebuscados, no son los edificios ni las exigencias que darán a una sociedad su desarrollo conceptual. Eso es instrumentalismo. La pobreza se reduce cambiando el interés a fin y no priorizando la cobertura y la modernidad de aprendizaje. Pues edificios hermosos existen pero nadie aseguran que sean verdaderos. Las culturas menos arraigadas y las democracias más débiles son la presa de este nuevo oscurantismo. Cf. Saramago José. La crisis de la educación. 2005.
[107]. La literalidad basaría gran parte de sus descripciones únicamente en los significados. Las definiciones son significados de las cosas por designación del nombre como más adelante veremos. La atribución en cambio presenta sobre las ruinas de sentido literal nuevas significaciones elevadas a la plenitud significante como ya lo anotamos en el primer capitulo.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario