viernes, 21 de diciembre de 2007

Intimidad y dialéctica existencial




Rafael Haro [*]


O. INTRODUCCIÓN

1. NECESIDAD DE LA INTIMIDAD Y DIALÉCTICA EXISTENCIAL

Es la intimidad la que puede identificar la esencia del hombre, la interioridad planteada supone una evolución dentro de la dialéctica existencial. La necesidad de individuación, vista ya en San Agustín, recae, ahora, en una nueva palabra : el sujeto particular.

Hace falta ver la filosofía kierkegaardquiana enfocada desde un inicio hacia la comunicación con Dios, esta es la pieza clave donde desemboca la dialéctica ; la reflexión, la auténtica vía interior que conduce al individuo, dentro del cristianismo, al último paso de la evolución, y que culmina en la fe inexpresable y en la inevitable paradoja. Que Kierkegaard se refugie en el sentido particular muestra su reacción contra el sistema totalizador de Hegel, se plantea que tiene que ser el individuo en esencia quien encuentre la verdadera finalidad que es el cumplimiento de la voluntad divina ; y esta posibilidad se realiza en el estadio religioso, allí donde el hombre se posee a él mismo en un movimiento sublime de subjetividad. Huir de lo general supone la posibilidad de éxito en la proyección del individuo hacia la salvación. Sólo el sujeto particular puede adherirse al absurdo, y sólo él puede soportar la crítica de sus contemporáneos, por eso sus valores quedan representados por la figura de Abraham, porque el sobrepasa el absurdo y acepta la paradoja en la trágica elección planteada por la voluntad divina. Sólo el sujeto particular puede llegar a la esfera de la comunicación divina y con temor y temblor hacer la elección ante el cúmulo de posibilidades de servicio a Dios.

El absurdo es la premisa de la esfera religiosa, esfera que es la más alta dentro de la caracterización de la esencia, caracterización representada por el caballero de la fe, fiel al absurdo[0] en la desesperación misma : “Pese a todo creo que obtendré el objeto de mi amor gracias al absurdo, pues para Dios nada hay imposible. El caballero de la fe tiene clara conciencia de la imposibilidad, por lo tanto, sólo le puede salvar el absurdo, y lo aprehende por medio de la fe.”[1]

¿Qué tenemos, entonces, una reacción de un hombre enmarcado dentro de una sociedad adinerada y que quiere romper con la hipocresía de una cristiandad corrupta ?, de todas formas la formulación del temor y temblor afecta tanto al creyente que lo que pretende es imponer una nueva manera de creer : la existencia y el hombre como ser existente en un mundo plagado de posibilidades : la elección nos abruma y hay que prever el camino.

Kierkegaard parte del existente concreto, la subjetividad no puede mediar sistemas porque ella sola es la verdad, hay que huir de lo general en un movimiento teleológico que posibilite la salvación. El individuo se concreta, pues, como subjetividad, la existencia no entra en el plan de la general sino que es el particular el que se transforma en existente, y la existencia radica en la pura libertad de elección : “Existir significa tomar una decisión última con respecto a la absoluta trascendencia divina”[2] Su filosofía comienza así, con un movimiento interior de afirmación de existencia, existencia que se situará por encima de la supuesta esencia. ¿Pero cual es el sentido de la existencia del hombre ? En principio ninguno, el planteamiento no tiene sistema, no se pregunta de donde venimos sino donde vamos, o mejor dicho, a donde es posible ir. El hombre en su posibilidad de elección ha de ir “al encuentro de ese futuro que es el más próximo : la eternidad.”[3]

El amor a Dios y el miedo que produce la carga de la decisión ; la angustia que se experimenta en el intento de servir a Éste bajo los caracteres del luteranismo, es el hecho mismo de los caballeros de la fe, desenmascarando la cristiandad y estableciendo una religión verdadera, ya que “sólo la religión puede, con la ayuda de la eternidad, llevar la igualdad humana al límite : la divina, la esencial, la no mundana, la verdadera, la única posible igualdad humana. Y por tanto - sea dicho en su honor y su gloria - la religión es la verdadera humanidad.” [4]

La eternidad se establece como necesidad, sintiéndose el individuo más atado a ella en toda su evolución. Kierkegaard no tiene sistema y rompe el hegeliano, caracterizándose por la defensa de la subjetividad frente la objetividad, por la defensa de la individualidad frente la universalidad, por la defensa del espíritu y la existencia frente la razón.

La esencia queda reducida a posibilidad, y ésta puede tener caracteres negativos. La decisión es el terrible actuar del hombre ya que la concepción de lo particular lo es en tanto la verdad únicamente se transforma en verdad cuando el existente se la apropia.

La dialéctica existencial queda continuamente reflejada en los textos, el filósofo danés pasa a pensar que a partir de la pérdida de inocencia el hombre queda abocado a una dialéctica siendo el primer paso el estadio estético[5]. En este estadio la forma de existir está presente Dios es visto de manera lírica : “Estoy convencido de que Dios es amor ; este pensamiento tiene para mí una validez esencialmente lírica”[6] ; el mundo es perfecto, es armonía, es felicidad. El ejemplo por excelencia descansa en la figura de Don Juan pero culmina en el aburrimiento. El sujeto está impreso de generalidad, puede realizar sus actos en la generalidad porque es lo que desea, huir de la angustia, de la soledad . Su movimiento es despreocupación que busca placer contra dolor pero tal estadio culmina con el aburrimiento, con el spleen baudelairiano. Puede vivir inestablemente pero si se descubre como existente se inserta en otra categoría de lo general, busca seguridad en lo general, es el estadio ético : el hombre se compromete como elector de sí mismo. El representante de este estadio, el héroe trágico. La angustia se soporta estoicamente pero no se trata de una angustia paradójica, se puede sufrir con y en la generalidad por una ciudad, por un amor pero aún no por la decisión última, el héroe trágico no está solo, se le podrá aplaudir o criticar pero su actuación lo será dentro del ámbito de lo razonable, de lo ético[7]. Pero si este individuo es capaz, en una introspección total, de ver sus limitaciones como existente caerá en la desesperación y luchará para acceder al estadio religioso, se siente culpable y miserable y por eso necesita de lo religioso. Pero este paso no es sino un salto hacia la cualitativo, hacia lo irracional, en definitiva hacia el absurdo, hacia la paradoja de la relación infinito-finito, y desesperadamente hacia la angustia.

Es la elección absoluta, Dios es reconocido por el individuo y éste se ve solo[8] y pecador ; la libertad que lo conduce a Él está siempre a prueba, la relación es el instante y hace necesaria la pasión del salto para mantenerse en el privilegiado y desesperado estadio religioso : es continua elección entre el sí y el no, la libertad en la elección lo acercará o lo distanciará de Dios, la decisión entre lo finito y lo infinito, entre la nada y la posibilidad del todo serán el motivo de la angustia. En este estadio todo queda fuera de convenio, es el azar, la inexistente ley del absurdo, el hombre sumido en la paradoja, como un caballero de la fe, entre el ser abocado a la muerte o la providencia divina. No hay sentido de la realidad y la posibilidad puede lanzar al existente al bien o al mal.

La angustia está ligada a “lo que puede ser”, y esta categoría de “lo que aún no es” puede conducir al individuo a la desintegración del yo. La paradoja de la parte divina y animal queda en libre resolución para el hombre, la terribilitá se centra en la necesidad de la gracia. El terror se explicita en que todos los movimientos arrastran sólo la posibilidad de salvación y no la seguridad, es movimiento por pasiones dadas por la necesidad de seguridad y la fe sólo puede pretenderla, nunca estar segura : “La fe es necesaria porque el hombre no tiene bastante consigo mismo, la revelación de Dios ha de darse al instante.”[9]

O.2. LA EXISTENCIA PLANTEADA COMO TEMOR Y TEMBLOR.

“Así, pues, amados míos, como siempre habéis obedecido, no sólo cuando estaba presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, con temor y temblor trabajad por vuestra salud.”

Habiendo centrado la postura del individuo y habiendo dicho que Kierkegaard define la existencia en términos cualitativos, hace falta considerar que su camino ha de despertar en la dialéctica existencial. El individuo “busca como vivir y vivir en lo existente”[10]. La dialéctica arranca de la interiorización del individuo hasta llegar a la duda sólo salvable por la fe. El existente está trágicamente ligado en la necesidad de la elección libre. El hombre se desespera, el concepto de la angustia le cierra los sentidos, hace falta lanzarse para cumplir con la voluntad divina, pero y si no es la voluntad divina lo que yo creo ? ¿Si Abraham hubiese escuchado un rumor que confundió con la voz divina ? El absurdo, es en virtud del absurdo desde donde se actúa. La obediencia a Dios es la obediencia a lo más abstracto, a lo abstracto por excelencia ; por eso se plantea en el estadio religioso fundamentalmente, ya que para poder comprender el deber hay que deshacerse de todo vínculo que no sea el posible infinito. Toda la dialéctica debe desembocar en lo religioso para que sea realmente efectiva, desde la postura del existente se hace obvia la soledad, la pregunta, el movimiento de salto : “En la concepción ética de la vida la tarea del particular consiste en despojarse de su interioridad para expresarla en algo exterior. Y cada vez que el particular se echa atrás ante esa tarea, cada vez que trata de eximirse de ella o, intenta colarse de nuevo, a hurtadillas, en el estado de espíritu de la interioridad, o en ella reside la paradoja de la fe.”[11],pero no hay que confundir el estadio religioso con la fe, la fe es el paso sublime, lo máximo dentro de la comunicación de la finitud con la infinitud, y por ello Kierkegaard se rebela contra aquellos que opinan que la fe no es el último paso : “hay un movimiento de lo infinito que precede a la fe y sólo después de llevado a término aparecerá ésta, inesperadamente, en virtud del absurdo.”[12]

La fe queda como una estancia divina que se presenta al hombre cuando ha accedido a lo infinito : “cuando el hombre se ha vaciado en lo infinito, sólo cuando se ha alcanzado ese punto, y sólo entonces, puede aparecer la fe.”[13]

Reconsiderando lo dicho vemos al hombre en el mundo, como individuo, como sujeto particular, como existente en definitiva. Existente como es ha de realizar su existencia, al modo sartriano ha de proyectarse. Pero, ¿Dónde debe ir tal existencia ?, Kierkegaard contesta : a Dios, a la comunicación con el infinito en un movimiento de tal magnitud que comprenda cómo lo finito puede relacionarse con lo infinito, esto es “el carácter de la verdadera abnegación cristiana. Para comprenderla se requiere temor y temblor, silenciosa soledad, y un largo espacio de tiempo.”[14] Esta dialéctica supone para el existente una responsabilidad : ¿Quién jugaría con las posibilidades a riesgo de error ? El hombre es el responsable del hecho que le permite su finitud. Terriblemente, nada, asegura la salvación, el más virtuoso puede caer fuera de lo eterno. Así como en el drama cantado de Pulqueria, Marciano, Leone y Artemio, la elección final que es la vincula con Dios parece no caer totalmente dentro de la carga de posibilidades del individuo, parece como si Dios tuviese la última palabra, una gracia para otorgar.

“Dios exige amor absoluto” y esto significa que está por encima de cualquier categoría, pero incluso en el cumplimiento de esta exigencia se cae dentro del espectro de la angustia. Ésta lo es todo en el absurdo, y el particular deber desprenderse de toda objetivación, se tiene que humillar en cuanto la relación con lo general y con él mismo : “ya que el único valor humilde es el de la fe”[15] El sujeto particular debe profundizar toda carga en su interior y aceptar la demanda de Dios. Él solo realiza el itinerario hacia la posibilidad de salvación, siendo este el deber para con Dios, la paradoja : la salvación sólo es posibilidad, libertad de la providencia divina : “Si alguno viene a mi, y no aborrece al propio padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanas y hermanos, incluso su propia vida, no podrá ser mi discípulo.”[16]

La angustia está presente en todos los estadios pero culmina en el religioso, en este estadio el lenguaje como racionalizador deja de ser humano para convertirse en absurdo. La paradoja es la relación de Cristo : hombre-Dios, psiqué-nous. La angustia es el no poder comunicar los designios divinos y el salir, abocándose al terrible absurdo, de todo lo general compartido por otros existentes. La angustia es el estar sumido en unas categorías no finitas desde la finitud, la fe es la eliminación de esta angustia, el acogerte de lleno en el plano divino : “El objeto de la fe es la realidad del maestro, que exista realmente el maestro. La respuesta de la fe es, por tanto, incondicionalmente, sí o no...”[17]

El paso de un estadio a otro se realiza por pasión. Comprendida la angustia como aquella situación donde el hombre es situado por lo posible frente al mundo, podemos comprender el juego : la desesperación es el exceso o defecto de las posibilidades del yo, según la voluntad, y esto supone la necesidad de Dios. El hombre se ve limitado, pecador, culpable y necesitado ; la actuación se mueve entre la creencia en un Dios que predispone la salvación y el camino posible hacia la salvación misma, la angustia de la incerteza se aboca entre lo racional y lo irracional, la tensión de esta situación y la pasión harán el salto en la elección de la posibilidad. El hombre busca la plenitud, y la busca en el absurdo, en la paradoja religiosa hasta la fe que rompe la duda, aunque la fe es paradoja al invertir la naturaleza humana.

¿Existe, pues, el deber absoluto para con Dios ? La respuesta es sí, ya que el individuo afronta su propia paradoja y busca en el absoluto su plenitud : “Existe un deber absoluto para con Dios, pues en esta relación de deber, el particular como tal se relaciona absolutamente con lo absoluto.”[18]

El dilema existencial tal y como lo presenta Kierkegaard radica en la angustia, y ésta es la que hace posible la puesta en escena del temor y temblor. En Mi punto de vista el autor discrepa con la cristiandad ; no se puede jugar con las terribles posibilidades, i por eso el cristianismo, con temor y temblor, debe vivir en la desesperación, con miedo y temblor debe arriesgar por la posibilidad de la gracia divina y conseguir la comunicación con Dios por medio de la fe, pero con temor y temblor debe ser abarcada la fe, ya que la última elección es de Dios. “El deber es precisamente la expresión de la voluntad de Dios,”[19]

O.3. LA ANGUSTIA DE LA POSIBILIDAD

En términos de elección plantea Kierkegaard la existencia humana, el lugar de la angustia ya era presentado en el texto precedente, hace falta, ahora, establecer la angustia en el campo de la posibilidad. Se me hace preciso establecer puntos de conexión con Jean Paul Sartre, es evidente que el autor francés es distinto a Kierkegaard, no obstante los dos se vierten en un mismo existencialismo en esta cuestión, en este ver al hombre como particular y en verlo abocado a la elección. Para Sartre, al igual que para Heidegger, el hombre tirado en el mundo se ve literalmente obligado a elegir entre las incontables posibilidades que le da la existencia, el hombre es íntimamente y en esta libertad el existente intervendrá como yo, como sujeto particular. El hombre es libre en su elección, de aquí nace la angustia de tener que estar continuamente decidiendo, en Kierkegaard existe la elección de igual manera que en Sartre aunque con tintes bien distintos. El hombre queda, al modo de Heidegger, triste y desesperadamente solo, le falta un guía, una norma para seguir el recto camino, y para eso el hombre busca algo y se refugia en los valores que, dentro del cúmulo de posibilidades, le convencen. Se refugiará en el estadio estético o en el ético, pocos irán, en un salto atrevido, más allá. Por movimientos pasionales llegaremos a los diferentes estadios y a la angustia[20] ligada al sentimiento de culpa. La angustia queda dentro del campo de lo irreal, de lo que va más allá de la razón, por eso, la elección de una posibilidad y no otra es motivo de angustia.

La angustia misma, parece vislumbrarse en Kierkegaard, es la obligación de actuar, de elegir, camina entre los senderos de la existencia, y allí donde Kierkegaard encuentra el fin de la angustia, encuentra Sartre el infierno o sea la falta de posibilidades.[21]

Ya en el concepto de interioridad se puede apreciar la angustia : “Su individualismo no es la vulgar negativa de ser uno entre muchos, un repique sobre los rasgos diferenciales. Por el contrario, Kierkegaard, cargó todo el acento sobre lo genéricamente humano.”[22] y lo genéricamente humano es la realización de esta existencia, y esta realización comporta los diferentes modos de la angustia.

La realización más auténtica de la angustia es la paradoja que le produce, la paradoja queda dentro del estadio de lo religioso, queda íntimamente ligada al individuo. En definitiva, la situación de incertidumbre se explica a través de esta relación del hombre con el mundo. La enfermedad mortal es el pecado de Adán. La angustia más sublime se vive en la última decisión. El sentimiento de renuncia y de terrible riesgo, de búsqueda posible de la plenitud, convierte esta angustia en algo trascendente. La carga responsable de nuestra existencia, de una existencia compuesta de algo finito e infinito, la necesidad de tener que elegir por uno o por otro es, en definitiva, el aspecto trágico de la paradoja : “Afirmar la relación del hombre con Dios, el Absoluto personal y trascendente, equivale a afirmarse uno mismo con su propio ser, y al tener la voluntad de ser uno mismo el yo se fundamenta de modo trascendente en el poder que lo constituye. Esta formulación es la que define la fe.”[23]

Esta es la respuesta, la solución a la angustia : la fe ; pero todavía hay, subyacente, angustia y desesperación : Abraham es un caballero de la fe, actúa en virtud del absurdo, tiene la fe y obra como cree que debe actuar, la angustia está en el error.

La angustia forma parte de la existencia humana, y en todos los estadios, ya que, a la forma agustiniana, hará falta que para la salvación, el paso de la finitud a Dios, Éste nos otorgue la gracia, así, podemos afirmar que hasta el último momento existe la angustia. Si el deber del hombre en la tierra en el cumplimiento de la voluntad divina, la angustia es, también, una forma de cumplimiento de esta voluntad, la forma que acompaña todos los cumplimientos : “Cuando el infinito requerimiento es escuchado y sostenido, escuchado y sostenido en toda su infinitud, entonces la gracia es ofrecida, o, mejor dicho, la gracia se ofrece, y a ella el individuo, cada uno por sí mismo, como yo también hago, puede buscar refugio...”[24]

O.4. EL HÉROE TRÁGICO Y EL CABALLERO DE LA FE

“El héroe trágico renuncia de sí mismo para expresar lo general, y el caballero de la fe renuncia a lo general para convertirse en el particular.”[25]

Sören Kierkegaard centra el texto en dos ejemplos sobre los estadios ético y religioso. Para el estadio ético elige la figura del héroe clásico, y para el religioso el caballero de la fe. ¿Qué intenta con esta dicotomía ? En primer lugar distinguir de nuevo los estadios de realización, pero también una justificación sobre su comportamiento con Regina Olsen : “Comprenderéis ahora, amigos míos, por qué he renunciado a todo amor y he hecho del pensamiento la única ocupación de mi vida. ¿Que el amor, según se afirma, es el más maravilloso de todos los placeres ? Que lo sea ! Yo, sin ofender ni envidiar a nadie, renuncio gustosamente a este incomparable placer. ¿Que es la única oportunidad para hacer el mayor beneficio a otro hombre ? Que lo sea ! Yo también renuncio a esta oportunidad estupenda y salvo así mi pensamiento (...) El pensamiento es para mí como la respiración eterna de todo mi ser y, por tanto, algo mucho más valioso que ser padre o madre, o tener una esposa.”[26]

Hace falta decir que “Temor y temblor”[27] pertenece a sus obras estéticas, y como dice Simón Merchán el libro va dirigido a la tragedia que le supone el abandono de su amada en respuesta a un deber divino.

Retomando el hilo del discurso : ¿Qué angustia es la de los estadios ? ¿Cuál es su desesperación ? El autor no puede abandonar la relación de lo particular con lo general, y, por tanto, su explicación gira sobre ello. La comunicación o la no comunicación, la fuerza que existe en la determinación de lo general, la indeterminación del particular es lo que consigue estas diferencias. Lo que obliga a Kierkegaard a realizar un panegírico de Abraham, y a condenar, de alguna manera, la existencia de los héroes trágicos, éstos realizarán su itinerario hacia lo particular pero pararán su camino en lo ético, en el segundo estadio, en lo general, en el convenio. El héroe trágico está fuera de la fe : “El héroe trágico renuncia a sí mismo para expresar lo general, y el caballero de la fe renuncia a lo general para convertirse en el Particular...Quien crea que resulta bastante cómodo ser el Particular, puede estar bien seguro de no ser un caballero de la fe, pues los pájaros sueltos y los héroes errabundos no son hombres de la fe.”[28]

¿Qué intención puede tener repetir constantemente las diferencias entre los representantes del estadio ético y religioso ? La respuesta aparece en Mi punto de vista., donde se puede observar que nuestro autor conoce el mandamiento de explicar la paradoja, es por esto por lo que justifica su comportamiento, explicando su drama personal entre líneas y salvando la elección realizada : “Por tanto el escritor religioso debe, ante todo, ponerse en contacto con los hombres, es decir, debe empezar con obras estéticas. Éstas son las arras. Cuanto más brillantes sean esas obras, mejor para él. Además, debe estar seguro de sí mismo o (y esta es la única seguridad), debe relacionarse con Dios, con miedo y temblor, a fin de que acontezca el hecho más opuesto a sus intenciones, y, en lugar de poner en movimiento a los otros, los que adquieren poder sobre él, de forma que termine empantanándose en lo estético. Por tanto, tener todo, aunque sin impaciencia, con el propósito de sacar inmediatamente lo religioso, en cuanto perciba que tiene lectores con él, de forma que con el ímpetu conseguido por la devoción a lo estético en contacto con lo religioso... todo auténtico esfuerzo para ayudar empieza con la autohumillación.”[29]

De esta manera se concreta la actuación de Kierkegaard, mas él no puede considerarse absolutamente un caballero de la fe ya que no ha conseguido la imposibilidad de comunicarse con lo general, su lenguaje debe ir más allá en una actuación en virtud del absurdo, quedando relegado a la paradoja, absolutamente lejos de lo general.

El héroe trágico actúa dentro de lo general, necesita del aplauso, necesita contar y ser escuchado. El héroe trágico cede su ser particular a lo general, cede su infinitud a la finitud. El caballero de la fe conoce el estadio ético :”sabe lo excelente que es pertenecer a lo general. Sabe lo hermoso y beneficioso que es ser el particular que se traduce a sí mismo en lo general y que, por decir así, ofrece de sí mismo una edición pulcra y limpia, exenta de erratas, que los demás pueden leer sin esfuerzo ; sabe lo agradable que es para uno mismo haber nacido como el particular que tiene su hogar en lo general ; que lo general es su morada amable y vitalicia en este mundo, siempre dispuesto a recibirle con los brazos abiertos en cuanto manifieste el deseo de habitar allí.”[30] No obstante, el caballero de la fe ha descubierto el camino más elevado, no es ignorante, es el valiente que conoce las dificultades de su vía. Por eso se mantiene en tensión, en apasionada concentración, en enérgica consciencia, tal y como dice el autor es el estadio de la soledad, del silencio y de la angustia : “Hay que considerar con mayor reflexión el texto de Lucas[31]para comprender que el caballero de la fe no puede encontrar ya ninguna expresión más elevada de lo general - concebido como lo ético - que le pueda salvar. (...) cuando el Particular ha entrado en la paradoja, queda excluido de la idea de Iglesia ; ya no podrá salir de la paradoja, y en ella habrá de encontrar irremisiblemente la salvación o la condenación.”[32] El camino es duro : “sabe que por encima de esta esfera (lo general) serpentea una senda solitaria, una senda estrecha y escarpada ; sabe lo terrible que es caer en una soledad emplazada fuera del territorio de lo general, y caminar sin encontrarse nunca con nadie”(...)”el caballero de la fe sólo puede confiar en sí mismo y eso es lo terrible...” (...) “y a cada instante existe la posibilidad de que, en su angustia, se eche atrás y reingrese en lo general.”[33]

El caballero de la fe es el hombre más absoluto, el más solo, el más triste. Para los demás es un loco. La reflexión lo ha recluido tanto en él mismo que se sabe solo delante la responsabilidad : “... está en una soledad universal donde jamás se oye la voz humana, y camina solo, con su terrible responsabilidad a cuestas (...) sabe del dolor de no poder hacerse comprender, y no siente el vanidoso deseo de enseñar el camino a los demás. Su dolor es su certeza.”[34]

1.CONTRA HEGEL

El punto de partida de Kierkegaard es en todo momento el individuo, no puede ser de otra manera para poder afirmar al existente mismo en toda su integridad. Contra Hegel observa que la racionalidad pertenece al sujeto y en ningún caso nada fuera del individuo puede ser real, “la realidad no es nunca genérica, sino individual.”[35] Aun aceptando cierto contacto entre el estadio ético y la realización del espíritu objetivo en Hegel, no podemos sino separar y diferenciar claramente dos pensamientos que se separan en la misma base de salida. El panorama filosófico que se encuentra Kierkegaard pertenece de lleno al romanticismo imbuido por Hegel, desde su perspectiva nuestro autor no puede dejar de escandalizarse ante el panlogismo del alemán, el individuo es absorbido hasta su desaparición en un sistema de lucha que pretende impregnar al hombre de un destino trascendente dado por un movimiento dialéctico-teleológico. Podemos decir que la actitud kierkegaardquiana respecto el problema final de la filosofía de ambos es mucho más consecuente con la religión que empaña las dos filosofías. El hegelianismo es un montaje desde el cual el individuo alcanza su meta dentro de un esquema más amplio que así ya lo disponía, el individuo es una pieza más de ese engranaje predispuesto y necesario, la acción máxima del individuo es el descubrimiento del desenvolvimiento de lo real. En Kierkegaard la acción del individuo parte del individuo mismo, no hay posibilidad de descubrimiento sino únicamente en el estadio más común “de actitud moral con respecto a sí mismo y a la realidad dada del sujeto considerado como tarea.”[36] Dentro del nacimiento del individuo singular como entidad inexcusable entendemos la crítica al hegelianismo “el sistema dialéctico engulle lo singular, desdibuja y acaba anulando las diferencias, lo diferente por antonomasia, a saber, la realidad individual única que es mi yo. Un yo que no puede ser reducido a pensamiento o razón, momento de una razón universal, sino un “yo” que es primariamente “libertad” y que consiste en la capacidad de decidirse y elegirse a si mismo”[37]. En el aspecto ético Hegel concibe la moralidad como subjetiva y objetiva con el único afán de comprender la totalidad de todo lo existente, mientras en Kierkegaard el estadio ético, siendo el más generalizable, no es planteado como la objetivación garantizada por la racionalidad misma, en Kierkegaard se trata de un posicionamiento subjetivo en el cual, superado el estadio estético, el individuo se acepta como existente con otros. Conocerá, quizás, las limitaciones de ese estar en el mundo pero las aceptará como garantía de supervivencia. De todos modos el ataque frontal contra Hegel se produce en el ámbito de la concepción de la libertad, si en Hegel la libertad es vista como el desarrollo de la historia, como la posibilidad conciliadora de todas las posibilidades, esto es en el desarrollo absoluto la verdad total, en kierkegaard la libertad es una constante que no puede fingir mediaciones sino disyunciones, el individuo que se descubre a si mismo desde la introspección que le señala que es y que no es : “Kierkegaard tiene delante la síntesis hegeliana en torno a la maduración del espíritu absoluto. Todo contribuye a esa meta final : la paz y la fuerza, la creación y la destrucción, el amor y el odio, la muerte y la vida, el dolor y la dicha, la felicidad de unos y la desdicha de otros. Todo se suma y contribuye al triunfo final. Es la dialéctica que no sólo admite sino que necesita del contrario para llegar a la síntesis. Lo característico de esta postura sería la adición : -lo uno y lo otro-, es decir, el bien y el mal, el ser y la nada, el amor y el odio. Frente a esta dialéctica de síntesis, de mediación. Kierkegaard plantea una dialéctica de elección : -O lo uno o lo otro-.”[38] En “Principios de Filosofía del Derecho.” leemos : “La eticidad es la idea de la libertad como bien viviente que tiene en la autoconciencia su saber, su querer y, por medio de su actuar su realidad ; actuar que tiene a su vez en el ser ético en y por sí y su fin motor. Es el concepto de la libertad que ha devenido mundo existente y naturaleza de la autoconciencia.”[39] mientras en Kierkegaard la verdadera libertad sólo obra en virtud de Dios”, esto significa suspender el estadio ético para saltar al religioso, aquí radica la paradoja ; hay que suspender los criterios de universalidad que guiaban nuestra actuación ética, sólo en la relación con Dios hay libertad : “En la relación con Dios - la relación propiamente existencial - mi interioridad se afirma en su misma esencia y en la posesión de sí misma porque sólo con referencia a Dios puede mi conciencia obrar con verdadera libertad, al trascender el ámbito de lo finito y constituirse en relación con lo trascendente.”[40]

Es evidente, en Hegel todo es susceptible de razón, todo forma parte de ella siguiendo un plan de desarrollo, el hombre actúa, sin saberlo, en virtud de ese plan, en cambio y en contra de esa inmanencia de lo racional se postula que no existe racionalidad fuera del individuo caracterizado como tal. Al mismo tiempo, como consecuencia de esto se individualiza la realidad. Partimos del individuo para retornar al individuo mismo en una dialéctica existencial que elige constantemente, la conciencia infeliz de Hegel, el hombre solo, el que se observa diferente y desligado de la opción objetiva y generalizadora, es en Kierkegaard el existente humano que se observa a si mismo, que se descubre en la disyunción ante la acción y se prepara, quizás, para el salto cualitativo a otro estadio, si en Hegel, repito, es necesaria y de derecho la mediación para repescar a ese hombre porque forma parte de un todo y sería imposible de otra manera ante el plan del espíritu, el hombre kierkegaardquiano está, ligado al solipsismo, ante sí mismo y ante Dios si es capaz de moverse en la elección.

Puede resultar importante considerar aquí que la filosofía de Hegel es vista por nuestro autor como un esfuerzo que no supera en ningún momento la filosofía kantiana. El hegelianismo y sus conclusiones no son más que una consolación vestida de caracteres dialécticos y trascendentales para justificar la vida del hombre y su terror ante la idea de la muerte : “La filosofía debe abandonar toda esperanza de que exista alguna correspondencia entre razón y ser ; sólo entonces podrá abarcar la profundidad de la angustia del hombre, de su soledad.”[41]

Sin duda es el existente en toda su extensión, no tanto la existencia. Existente en movimiento y elección continua, en duda y en temor ante el error mientras Hegel diluye y elimina el gesto existencial, la angustia, la paradoja, la lucha : “Hegel es un Juan Clímaco que no toma el cielo por asalto, sino que lo escala a fuerza de silogismos.”[42]

El antihegelianismo de Kierkegaard se traduce en muchas de sus obras, pero hay que decir otra cosa, el -contra Hegel- no es exclusivamente una crítica intelectual al sistema filosófico de moda en la Dinamarca del XIX, sino que la crítica se inscribe dentro del concepto del deber y por eso es, también, atacada, como el concepto de cristiandad, irónicamente.No se trata, pues, de un ataque destructor a un sistema filosófico para imponer otro, cosa común en los filósofos, se trata más bien de una lucha frontal, siempre abierta contra la racionalidad que pretende afirmar realidades que la superan, defendiéndose lo contrario, o sea : la irracionalidad y la paradoja.

2. CARACTERIZACIÓN DEL ESTADIO ESTÉTICO

El estadio estético se caracteriza en primer lugar y a favor del estadio mismo, como el descubrimiento de la vacuidad de la existencia. Por esta razón se diferencia al filisteo y al esteta :”Desde el momento en que el filisteo se descubre a si mismo como tal, y lo que ello implica, se convierte inmediatamente en algo diferente”[43] Significa esto que antes el hombre simplemente no lo era, de manera que entre el ser hombre y estar en el estadio estético hay puntos en común. Le es dado al hombre conocer su situación en el mundo y convertirse en esteta. La caracterización del estadio está referida a la búsqueda del placer, o sea la floración de la animalidad más extrema en contra de la racionalización. “La única razón para elegir, en consecuencia, son el interés y el deseo - el deseo de maximizar el propio placer y de evitar el aburrimiento, y también perseguir, si uno está en disposición de hacerlo, aquello que capta nuestro interés en cada momento. Quedamos, pues, entregados a la más absoluta arbitrariedad.”[44]

Reconozcamos que el paso por lo estético es inevitable, el individuo se enfrenta a una mundo donde lo fácil es obviar las preguntas y encararse a él para gozar de lo que nos da. El individuo vive en el presente perceptual sin otra complicación. El hecho mismo de la elección es visto sin angustia, sin carácter de futuro. La elección será arbitraria y la preocupación no existe : “Nada me importa. No me interesa leer, es una actitud que requiere demasiada energía. No me interesa caminar ; es demasiado extenuante. No me interesa tumbarme, pues tendría que permanecer tumbado, lo cual no me interesa ; o levantarme otra vez, lo que me es totalmente indiferente. Summa summarum : nada me interesa.”[45] Pero el esteta, repito, es consciente ; debe elegir entre el estadio actual y la superación. El filisteo, visto como la figura contra Cristo, pero también como individuo sin cultura ni sensibilidad, vive simplemente en los valores de la supervivencia. “Para el esteta, los valores carecen de relevancia en tanto que carecen de estatus objectivo, de realidad ontológica. Si la única razón para optar por una alternativa más bien que por otra es considerar como correcto lo que los demás hacen o dicen, y lo que proclaman como deber, entonces los valores pierden su fundamento para no expresar más que las características accidentales de la sociedad particular en la que uno resulta haber nacido. El esteta percibe la locura de sentirse constreñido por cualesquiera valores.”[46]

Podemos decir que el esteta no conoce en absoluto la fuerza de los valores, los encuentra posiblemente ridículos y sin ningún tipo de razón de ser. Todo le resulta indiferente aunque el esteta puede salir del estadio cosa que el filisteo aún no puede, el esteta se ha descubierto a sí mismo como lo que es : “come, bebe y sé feliz, que mañana moriremos.” pero puede salir de la actuación mediante el hecho ético. Desde el estadio ético se ve tanto al filisteo como al esteta como desesperados, sus actos son caprichosos, sin otra tendencia que la búsqueda del placer, pero no están a gusto consigo mismo, están vacíos a nivel existencial y esta vacuidad les obligará, quizás, al salto. La indiferencia en la elección, también lo es para la vida. En O esto o lo otro. “A”, el esteta, caracteriza su opción en un conocido fragmento : “Si te casas, lo lamentarás ; si no te casa, lo lamentarás también ; si te casas o no te casas, lamentarás ambos ; te cases o no te cases, lo lamentarás. Ríete por las locuras del mundo o llora por ellas, lamentarás las dos ; te rías o llores por las locuras del mundo, lo lamentarás. Cree a una mujer y lo lamentarás ; no la creas y también llegarás a lamentarlo ; creas o no a una mujer, lo lamentarás. Cuélgate y lo lamentarás ; no te cuelgues y también lo lamentarás ; cuélgate o no te cuelgues, lamentarás ambos ; te cuelgues o no, lo lamentarás. Esto, caballeros, es el resumen y la sustancia de toda filosofía.”[47]

Hay, observamos, un horror consciente a la elección, a la disyunción capital, por eso el esteta se moverá entre simplezas. Es el desesperado, el que conoce que no hay nada importante o trascendente, ni la felicidad[48] quieta del ético ni la animalidad sensitiva del filisteo. Su pregunta sería ¿Hay algo, a excepción de mi placer, que valga la pena ? La pregunta nos decanta hacia el nihilismo, el individuo se descubre a sí mismo en un primer movimiento de terror que sólo consigue una respuesta genital[49]. Los sentidos son explotados al máximo en un alarde que incluye al tiempo y al ser. No hay otro valor que ese placer mismo, aunque el descubrimiento suma al sujeto en la melancolía extrema. El hombre es lo que es y actúa en si inmediatez.

El cristianismo no figura en este estadio, es más, rehuirá absolutamente de los goces contemplados providencialmente por el esteta. Éste no tiene vuelta atrás, no reflexiona, ni interioriza en su actuación, cuando lo haga, estará dispuesto para el salto :”Para el estadio estético hay abierta siempre, como la hubo para Kierkegaard, una puerta de grandeza y de salvación.”[50] La razón para superar pasionalmente el estadio estético se encuentra en la misma desesperación, desesperación que jugará un papel fundamental en la dialéctica existencial : “Si la desesperación fuerza al alma a reunir sus últimos recursos, a desesperar en verdad, absolutamente, entonces despierta el alma en la conciencia de su valor eterno y rompe el círculo mágico de lo finito.”[51]

Antes de finalizar con este bosquejo me gustaría dar una ultima mirada al estadio estético. El Kierkegaard de este período aún dispone de padre, de hecho, sus “nocturnidades”, pudieron hacerse desde la perspectiva de la esperanza de un padre salvador. La desesperación existe en el libertinaje, en la angustia por lo espontáneo, pero hay una consciencia que no quiere ser[52]. Hay por tanto, posibilidad y deseo de superación. El estético es el estadio inmediato y nada más, hay que pasar por él.

El juego irónico nos revela la preocupación kierkegaarkiana, primero en el hecho de comunicación con sus contemporáneos, comunicación transida de absurdo porque el terreno donde se mueve es el absurdo mismo, segundo, porque el salto total en la fe todavía no ha sido realizado. La paradoja la conoce Kierkegaard desde el momento en que se descubre como existente, sus planteamientos sugieren siempre tres perspectivas : la caída en el nihilismo frente la no-existencia de Dios, frente a la ausencia de valores y sentido existencial ; la lucha ansiosa y nunca agotada en camino por la salvación ; y la indefensión total frente a la posibilidad de salvación del Dios del Cristianismo luterano.

3. BIBLIOGRAFÍA

Kierkegaard, Sören Aabye : Diapsálmata. tr. Javier Armada. edita Aguilar, Buenos Aires, 1973. Los estadios eróticos inmediatos o lo erótico musical. tr. Javier Armada. edita Aguilar. Buenos Aires, 1973. Temor y temblor. tr. Vicente Simón Merchán. 2a. edición. Editora Nacional. Madrid, 1975. In vino veritas. La repetición. tr. D.G. Rivero. edita Guadarrama. Madrid, 1976. Mi punto de vista. tr. José Miguel Velloso. edita Sarpe. Madrid, 1985. Tratado de la desesperación. tr. Juan Enrique Holstein. edita Fontana. Barcelona, 1985. Diario íntimo. tr.Maria Angélica Bosco. edita Planeta. Barcelona, 1993.

Bobbio, Norberto : El existencialismo.tr. Lorre Terracini. edita FCE. México D.F. 1949.

Brocá, Salvador : Historia de la filosofía. Kierkegaard. ed. Universitat de Barcelona. Tarragona, 1990.

Holmes Hartshorne, Marion : Kierkegaard : El divino burlador. tr. Elisa Lucena. ed. Cátedra. Madrid, 1992.

Lukács, György : L´ànima i les formes. tr. Artur Quintana. edita ed. 62/ Diputació de Barcelona. Barcelona, 1984.

Mounier, Emmanuel : Introducción a los existencialismos. tr. Daniel D. Montserrat. 2a. edición. edita Guadarrama. Madrid, 1973.

Sartre y otros : Kierkegaard vivo.tr. Andrés Sánchez Pascual. 3a. edición. edita Alianza. Madrid, 1980.

Suances Marcos, Manuel : Sören Kierkegaard. Tomo I : Vida de un filósofo atormentado. edita UNED. Madrid, 1997.

[*] Rafael Haro Notas:

[0] Absurdo que queda fuera de toda razón quedando exclusivamente en la fe.

[1] Temor y temblor. pág. 111. edición en bibliografía.

[2] Ferrater Mora ; Diccionario de Filosofía Abreviado. pág. 158.

[3] Temor y temblor. pág. 84.

[4] Mi punto de vista. pág. 177.

[5] “El elemento estético es aquel por lo que el hombre es inmediatamente lo que es.”

[6] Temor y temblor. pág. 139.

[7] “El elemento ético es aquel por el cual el hombre se convierte en aquello en que se convierte.” Temor y temblor.

[8] “La decisión de la fe acarrea una decisión ética de renuncia al mundo, de romper todos los apegos”Íd. pág 70.

[9] Copleston ; Historia de la filosofía. ed. en bibliografía.

[10] Blackman ; Seis pensadores existencialistas. pág. 11.

[11] Temor y temblor. págs. 140-1.

[12] Íd. pág 141.

[13] Ídem.

[14] Mi punto de vista. pág. 32

[15] Ibíd.

[16] Temor y temblor. pág. 101.

[17] Apostillas concluyentes no científicas. ed. en bibliografía.

[18] Temor y temblor. pág. 143.

[19] Ib. pág. 129.

[20] La angustia es el estado que precede al salto cualitativo de uno a otro de los estadios de la vida.

[21] Como referencia bien nos vale “A puerta cerrada.”

[22] Blackman, 27.

[23] La enfermedad mortal. en bibliografía pág. 216.

[24] Mi punto de vista. pág. 297.

[25] Temor y temblor. pág. 149.

[26] In vino veritas. ed. en bibliografía. pág. 62.

[27] “Creo claramente que esta obra es de lo mejor que ha salido de mis manos. Es la expresión de mi fe. El “pathos” que hay en ella es terrible. Cuando la escribí, iba de incógnito por la calle como un callejero con aire travieso. Nadie podía captar mi seriedad. Es la verdadera expresión del horror. Si yo entonces hubiera tenido aires de seriedad, el horror hubiera sido menor. Esta obra reproduce en el fondo mi vida.” Citado sobre Diario III.pág. 204. en Sören Kierkegaard : vida de un filósofo atormentado. pág. 189.

[28] Temor y temblor. pág. 149.

[29] Mi punto de vista. pág. 54-56.

[30] Temor y temblor. pág. 149.

[31] Evangelio según San Lucas. XIV, 26. ver nota 17.

[32] Temor y temblor. pág. 147.

[33] Íb. págs. 149, 153, 152.

[34] Op. cit. 155.

[35]José Miguel Velloso, introducción a Mi punto de vista. edición en bibliografía.

[36] Thulstrup, Niels : Kierkegaard, historiador de la filosofía de Hegel. en Kierkegaard vivo. pág. 240.

[37] Navarro Cordón y Calvo Martínez ; Historia de la filosofía. pág. 457.

[38] Suances Marcos, M ; Sören Kierkegaard. Tomo I : Vida de un filósofo atormentado. pág. 314-5.

[39] Hegel ; Principios de la filosofía del derecho. párrafo 142. pág. 227 ed. cit. bibliografía.

[40] Brocà, Salvador ; Historia de la filosofía. Kierkegaard. pág. 362. ed. bibliografía.

[41] Velloso, obra citada.

[42] Diario Íntimo. pág. 48.

[43] Slök ; J. citado por Holmes Hartshorne en Kierkegaard : el divino burlador. pág. 52. nota 9.

[44] Hartshorne, pág 53.

[45] O esto o lo otro. 1 :15.

[46] Holmes Hartshorne ; Kierkegaard : el divino burlador.

[47] Lo uno o lo otro. pág.30.

[48] “La puerta de la felicidad no se abre ; por eso de nada sirve asaltarla y echarla dentro. Se abre después y se ve que no hay nada que hacer.” Diapsálmata. ed. en bibliografía. Pág. 25.

[49]Así la sensualidad estuvo antes en el mundo, pero no había sido definida espiritualmente. ¿Cómo estuvo entonces ? Estuvo clasificada como algo psíquico. Así estaba ella en el paganismo y, si queremos ser más exactos, diremos que así estaba ella en Grecia.” Los estadios eróticos inmediatos o lo erótico musical. pág. 63.

[50] José Antonio Míguez ; Prólogo a Los estadios eróticos inmediatos o lo erótico musical. pág. 17.

[51] Regis Jolivet ; Introducción a Kierkegaard. págs. 193-4.

[52] Tratado de la desesperación. en bibliografía. pág. 80-81.

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