domingo, 21 de octubre de 2007

La des-sublimación de la Dama.


Preámbulo.



A lo largo de las siguientes líneas hablaremos de aquello de lo que no podemos hablar. Es decir, en principio hablabamos desde imágenes presentadas como realidades objetivas, pero ¿quién puede hablar de ‘objetividad’, sin caer por ello en el reflejo infinito de un par de espejos contrapuestos? Por supuesto que nosotros no… y aún sin embargo, hablamos y escribimos, pero lo hacemos mediante un largo rodeo, un juego en el que no se escamotea la posibilidad de experimentar. Experimentar con lo que se dice o lo que se piensa, con el discurso que se divide en el objeto del que se habla así como en el sujeto que lo habla, desdoblamiento que duplica, multiplica y complica al mundo. Pasaje inextinguible a través del cual el pensamiento emprende la tentativa de crear, aunque sea a tientas y de forma temblorosa, figuras intelectuales de ascendencia mestiza. Por que hablamos, en definitiva, siempre desde el borde de lo que no conocemos, de nuestros propios fantasmas, de la trama tejida deliberadamente para cubrir el fondo de nuestra propia ineptitud, es decir, como en este caso, intentar expresar algunas palabras sobre la Mujer.
El plan del siguiente trabajo juega un poco con el corazon mismo de la dialectica hegeliana, el aufhebung, que en su devenir niega y supera constantemente el momento anterior; en este texto, entonces, primero se niega la existencia de la mujer o concretamente, de la Dama, que en palabras de Lacan carece de consistencia ontologica positiva y que según Deleuze en su estudio sobre el masoquismo solo funge como ideal inalcanzable. En un segundo momento dialectico, se niega la negacion, es decir, negamos que no haya Mujer, afirmamos que existe como fantasma masculino, como elemento que trastoca el orden y los elementos de toda ecuacion, siguiendo la lectura de Baudrillard en De la seduccion, podemos decir que la mujer separada de aquello que demarca el terreno de las diferencias de lo masculino y lo femenino, a saber, la ley falica, pierde estatuto ontologico para ganar libertad en el terreno de la apariencia, no se desplaza en el poder sino en el juego. Por ultimo, como superando, pero a la vez conservando todo lo anterior, llegamos al punto en el que tras comprobar precisamente la inconcistencia de un discurso en torno a la mujer, nos inclinamos por la consistencia material de las maquinas desantes, el deseo que invariablemente se torna causa y efecto en todas sus manifestaciones, punto de partida y destino que crea y muta momento a momento.


En conclusion: se intenta des-sublimar a la Mujer para buscar su desaparicion, para concretar su indeterminacion ontologica y afirmar el deseo en su grandiosa impersonalidad.


1. - Negación.


La sublimación de la Dama, o la inexistencia de la mujer.
Habría primero que aclarar el sentido de la “sublimación”, tal y como lo utilizaremos en este trabajo. Se suele considerar que la sublimación es el “desplazamiento de la investisión libidinal del objeto ‘bruto’ que supuestamente satisface alguna pulsión básica, hacia una forma de satisfacción ‘elevada’, ‘cultivada’…” . Sin embargo, para Lacan, la sublimación es algo distinto. En primer lugar, la Cosa o Das Ding es “aquello en torno a lo cual se organiza todo el andar del sujeto” , sin embargo, el carácter paradójico de la Cosa es que ésta “no sólo no es nada, sino literalmente no está – ella se distingue como ausente, como extranjera” . Es decir, la cosa siempre está “más allá”, es inalcanzable por naturaleza, como lo es el deseo nunca satisfecho por la madre. Por lo que Lacan dirá que la fórmula de la sublimación es que “ella eleva un objeto…a la dignidad de la cosa” . Ahora bien, podemos decir que la Dama es la sublimación, llevada a cabo por el amor cortés, es decir, un objeto cualquiera – en este caso, una mujer de carne y hueso- se eleva a la dignidad de la Cosa, pero como ya vimos, ésta es inalcanzable. “Es así como lo imposible se transforma en lo prohibido por medio de un corto circuito entre la Cosa y algún objeto positivo que se torna inalcanzable mediante obstáculos artificiales” .La Mujer, por tanto, no existe como tal, habrá mujeres de carne y hueso, de existencia material, pero no la Mujer, la Dama, pues ésta es la Cosa siempre ausente.
La Dama del masoquismo.
El ideal de la Mujer para el masoquista es, según lo expuesto por Gilles Deleuze en Presentación de Sacher-Masoch, el punto medio entre tres tipos de mujeres; a saber, la “mujer pagana, la Griega, la hetera o la Afrodita generadora de desorden” por un lado, por otro, “la sádica, a quien le place hacer sufrir, torturar” . En medio de ambos extremos, encontramos la figura ideal de la mujer, una mujer que se mueve pendularmente de un lado a otro, ella es como la naturaleza: “en sí misma es fría, maternal, severa. He aquí – nos dice Deluze- la trinidad del sueño masoquista: frio-maternal-severo, helado-sentimental-cruel” . La madre oral, es buena, pues ella misma puede cubrir las funciones de las otras dos, síntesis que atrae lo esencial de cada figura materna . La triplicación de la madre, no hace sino constituir un orden simbólico en donde el padre no es necesario. La Mujer, en el fantasma masoquista es el ideal que anula toda función paterna, la ley queda burlada…Sin embargo, parece que esta mujer ideal, tampoco existe, o en otras palabras, es una construccion artificial dentro del fantasma masoquista, via la magnificación de la madre y la denegacion anuladora del padre, en el contrato, para salvaguardar la cohesión de su puesta en escena.No existe pues, la Dama o la Mujer, sino en tanto gozne que alimenta el fantasma masculino, que cohesiona la escena de un deseo famelico.


2.- Afirmacion.


El juego, la regla, la inmanencia…
Baudrillard, nos habla de la regla en clara oposición a la Ley. Ley fundamental que prohibe el incesto, que torna al deseo en deseo de sí mismo, en carencia fundamental, ausencia ontológica que sostiene, que promueve, que activa una búsqueda incesante destinada siempre al fracaso.La regla es inmanente, la ley se quiere trascendente; la primera es un proceso convencional, la segunda se manifiesta como coaccion y prohibición; una es reversible y observable, la otra, se quiere continua e irreversible; la regla carece de sujeto, no está ahí para ser interpretada, mucho menos para creer en ella, en cambio la ley, es representativa y necesita de la intepretación, se debe creer en ella…La regla nos libera de la ley, se le rodea, no se transgrede, pues la transgresión misma establece y mantiene a la ley, es decir, la ley lleva en si su propia transgresión, la regla en cambio, pertenece al juego liberador de la inmanencia, del acuerdo…“La regla actua como simulacro parodico de la ley. Ni inversión, ni subversión, sino reversión de la ley a través de la simulación” .La regla se despliega en un juego de apariencias, en el cual lo femenino se desplaza como imagen inexistente, pero liberada de toda ley, abierta al espacio de lo posible, de la invención de sí misma, suspende la ley falocéntrica, actua- juega, se burla de todo intento de aprehensión…
El humor…
Despliege del masoquista ante el padre, burla de la Dama que actua su papel de Ideal inalcanzable, se mofa de las maneras burguesas de su siervo, se asume como ‘minoría’; su papel en apariencia es ‘menor’ en el teatro puesto por su esclavo, pero no nos engañemos, es ella la que abre nuevas rutas, se deshace de su aparente contingencia material revistiendose del papel de la madre oral, buena, se desterritorializa, no hay preeminencia del contenido sobre la forma, pues “el deseo no es forma, sino un proceso” , el deseo se manifiesta como plenitud, como intensidad que recorre no solo el cuerpo del castigado, sino tambíen el de la dominatriz, pues es ella quien “asegura la conversión de las fuerzas y la inversión de los signos. El masoquista ha construido todo un agenciamiento que traza y ocupa a la vez el campo de inmanencia del deseo, consituyendo consigo mismo, […] un cuerpo sin órganos o plan de consistencia” . En el masoquismo el papel de la mujer es positivo pues “la feminidad es postulada como no carente de nada” , las conjunciones disyuntivas entre la mujer-verdugo y el hombre-sirviente, abren canales distintos para que el deseo corra en forma continua, anarquico, evitando la ley, burlándose de toda carencia… Es el homenaje de Kafka a Sacher-Masoch, es la mujer envuelta en pieles en el cuadro colocado en la habitación de Gregor Samsa - por cierto, posible acróstico de Sacher-Masoch - es la burla al proceso obsceno de la ley, en el cual Joseph K. expresa que “la culpabilidad en si misma no es sino el movimiento ficticio, ostentoso, que oculta una risa íntima” , su propia risa ante una ley que se quiere trascendente…


3. Superacion.


La Dama que calla, la mujer sonriente…
Si hablamos de inexistencia femenina, no es ¿acaso por que el hombre la quiera mantener a distancia? Demasiado obnubilado por su presencia, puro juego de apariencia, incertidumbre manifiesta, dice Baudrillard, “si la feminidad es principio de incertidumbre, esta será mayor allí donde la misma feminidad es incierta: en el juego de la feminidad” . Juego de los signos, parodia de su propia inexistencia a la vista de los hombres, tal cual y ellos la imaginan, es decir “en contra de cualquier búsqueda de una feminidad auténtica, palabra de mujer, etc., se dice aquí que la mujer no es nada, y que ahí reside su poder” . Se niega de esta forma, cualquier idealización de corte platónica, el modelo de la Dama del cual participan todas y cada una de sus simulaciones… es a los ojos de los hombres, absortos por la inconmensurabilidad del goce femenino que prefieren mantenerla lo mas lejos posible. “Goce de la mujer, mi exterior absoluto, estallido de la carne en mi propia carne, convulsiones que me fascinan como puede fascinar un desierto o un océano porque me excluyen, y consagran una especie de indivisión natural que se basta a sí misma; no hay fracturas en este delirio infinito que nunca cesa de mantener el hombre a distancia, de deportarle trazando en torno a él imperceptibles, pero infranqueables cercos” . Es un cielo abierto del cual desconocemos todo, se le inventa, se le desea nombrar, pero indefectiblemente, nos supera, no es posible hacer una descripción, un informe o reporte al respecto; baste sólo observar que el ideal se difumina en el momento en que asumimos nuestra inconsistencia ante su goce, cuando la presencia de su juego nos desborda transmutando los signos… Si quisiéramos hablar de igualdad, cosa que no haremos, seguiríamos falseando todo lo concerniente a lo femenino, jugariamos el papel estúpido de aquel que quiere atrapar una sombra en movimiento; a lo sumo, hablaremos del deseo, un deseo que no es únicamente sexual, sino condición fundamental que arranca de una plenitud, de una indiferencia, de una constante despersonalización, intensidades que no están sujetas a género alguno, deseo puro, desbordante, que se bifurca a cada momento proyectando nuevos espacios, nuevas sensibilidades, nuevas maneras de pensar. El deseo mismo sostiene su propia lógica, afirmativa y comunicante, necesaria e ineludible, singular y nómada, el devenir se torna acontecimiento necesario, mas siempre azaroso, el devenir-mujer es entonces, dinámica incansable que no cesa de aflorar, búsqueda de nuevos territorios, fuga constante, momento siempre a venir…
Ramón Castillo.


Bibliografia.-


Baudrillard, Jean. De la seducciòn. Editorial Catedra.- Bruckner, Pascal y Finkielkraut, Alain. El nuevo desorden amoroso. Anagrama.- Deleuze, Gilles. Presentaciòn de Sacher-Masoch. Lo frìo y lo cruel. Amorrortu Editores.- Deleuze, Gilles y Guattari, Fèlix. Kafka. Por una literatura menor. Ediciones Era.- Deleuze, Gilles y Guattari, Fèlix. Mil Mesetas. Editorial Pre-textos- Lacan, Jacques. El Seminario. VII La ètica del psicoanàlisis. Ediciones Paidòs.- Žižek, Slavoj. Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atreviò a preguntarle a Hitchcock. Manantial.- Žižek, Slavoj. El acoso de las fantasias. Editorial Siglo XXI.

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