viernes, 22 de junio de 2007

El día en que Nietzsche lloró..




En los archivos de Nietzsche, fueron hallados viejos pergaminos de la grecia trágica. Estos papeles los encontró un sirviente de Nietzsche, a quien noblemente servía durante los años finales de su enfermedad y para quien en suma, valían tanto por su revelaciones como por su fantasía. Poco tiempo después estos pergaminos, fueron archivados en su biblioteca, y tachados de impensables.. Adquiridos por Nietzsche en uno de sus viajes, reconstruyen los momentos finales de Edipo luego de confesar a su Madre-Esposa su desgracia. Edipo según esto pasó horrendas alucinasiones y muy posiblemente murió a causa de una lanzada que le condujo a la muerte en los montes de Ispya, cerca de Tebas. Según otra leyenda, Edipo, hallado por los sublevados en su contra en Ispya luego de tres días de búsqueda, por órdenes de Creonte, conspirador y golpista, fué empalado vivo y abandonado como carroña para los buitres. La muerte de Yocasta, según parece parecía obra del asesino de Layo, descubierto por un traidor que confesó, era Edipo.. tal confesión dejó de lado un tercero desconocido e inventado por Edipo. Esta leyenda no habla del incesto, sino del criminal, del tirano, según el cual degollaba vivos a sus rebeldes e incluso dió muerte a gran parte de su linaje bajo sospecha..En todo caso, no es posible esclarecer el hecho.. y sólo queda lo que nos revela el libro de Sófocles. Dichos pergamaminos son narrados en primera persona y cuentan lo siguiente:

“Layo ¿dónde estás?, Layo, ¡tengo las cadenas apretadas!!, ¿no sé cuánto? No lo imaginas!! Pero es verdad, ¡pesan tremendamente...!! Layo, ¿todavía sigo soñando? ¿estoy vivo? ¿muerto?. ¿por qué te callas.?..Layo..Respóndeme.!! ¿Sigo encontrándome en la nada?, ¿soy víctima de la lanza? Yocasta, la ví perdida, llevando la daga que atravesó su corazón. ¿Créeme! Al despertar vi su sangre desperdiciada; miles de gentes decididas a matarme, estallaban la ciudad.. Desperté, todavía recuerdo, haber huído a sus brazos tras el pecado..Lloramos amargamente, Madre e hijo, la amante y el hombre.. Pero, Venían a Matarme, igual deseaba la muerte, sin emabargo, los últimos rastros de cobardía aparecieron, entonces huí.. estúpidamente, mis instintos de supervivencia surgieron con decisión.. Mi huída fué rápida, cautelosa, por los tejares de la casa.. No sé, estas ideas las provocó el faltal destino. tropezé con la esfinge enigmática semejante a una risotada en el fondo del corazón. Vi encrustada la lanza en mi vientre, tuve suerte, estaba herido y las voces del odio acudieron a matarme, los nervios se reventaron..Caí..!! Los dioses jugaban a mi muerte.. Logré evadir la hueste y ataqué un jinete hasta vencerle. ¡Yocasta, muerta! Su imagen me asediaba..
Creonte, avanzaba con su ejército, la ciudad ardió hasta el amanecer, todo fué caos, y el hombre entonces, fué el único retorno, pues sólo su espada provocó la muerte. No conseguí ver a Antígona..¡mi pequeña!; la verdad seguía firme en ella.. Nunca fué para el Tirano, no para la incoherencia... La ciudad está descompuesta..los perros juegan con los muertos... Escapé del mal con las manos enfermas por las púas, aún todavía tenía rastros de la horrible noche... aún ellas tenían sangre...

Toda esta conspiracón surge tras la estrategia del pecado..El averno levanta sus efigies sólo para burlarse de los cielos. No sé como blandí la espada.. ¡escapé!... Calbalgué entre la negrura la noche y los espectros, entre las sombras del grito y el horror; espadas y demonios perseguían los rincones por los cuales rehuía.. Maldije a Tiresias deseé reventar su cabeza....su estúpido oráculo! Yocasta, mi Madre, ¡Muerta!. Tambien ¡fué mi esposa..!! Luego de las llamas Polinices decidió atacar a Tebas, tal vez hubiera acabado la reveldía, tal vez no estaría en el infierno ahora, repitiendo la masacre junto a Eteocles. Polinices pereció junto a Eteocles, su hermano, su enemigo, traidor junto al tirano. La guerra finalizó con el suicidio de Creonte. Allí quedó su tiranía, allí murieron todos, mis pequeños!!
Huí rampante, fuí como una niebla encendida; sólo por las llamas ardientes todas las partículas del aire, contaminadas, acudieron y los hombres destruídos...fueron la diversión de los perros. Huí cuando Tiresias avanzaba entre las llamas y los gritos, desesperado, vencido al fín por la impredecible tragedia..

No sé cuánto duré al galope, las sensaciones del fuego y odio del mal, sólo incitaban más la fuga; no existía más que el animal y éste de repente fué un engendro esquelético; ya no podía detenerlo, sus crines me quemaban y sin saberlo la bestia cabalgaba a los infiernos, de dónde quizás había salido... las risas, macabras no paraban un instante...el cielo y la tierra juntos, fueron revueltos como óleos entremezclados con desorden y tiranía...Y boom!! los criminales acusaban fieros; sus dedos señalaban a un culpable; estaba deformado por los efectos del aire encandecente, sin duda era el rey, era Edipo, desnudo, calavérico, postrado ante la barbarie y la Lepra, ¡sí, sus ojos no estaban!, Tiresias había ganado de nuevo. Sus ojos en cambio saltaban vivos, centellantes, observando, observando; allí donde antes yacían, sólo germinaba una baba hedionda y serpientes...La boca del Rey, estaba cosida, los hilos la cruzaban como cuando se adoba la carne; no poseía cabellos; estaba atado, ¡si!, ¡ahí estaba el muerto..! sentado, en una corte del hades, allí el juéz, escupía, blasfemaba, gritaba con horrendas voces.. Edipo, capturó sus ojos un momento, y observó, observó, habían cortado las cabezas de sus hijos y enclavadas en maderos, servían para las heces y las moscas.. La sentencia estaba dispuesta..!! Edipo moriría repetidas veces, putrefacto, derroído por el gusano y la lepra... moriría interminablemente... y a tal efecto, debería ver el suicidio de Yocasta en su mente, mordiendo su conciencia, sin parar.. sin lograr deshacer las incontables imágenes del incesto..

Edipo cayó, despedazado al abismo, hubo una cacería, bestias infernales lo perseguían para comerlo, fué devorado tantas veces, que temió perderse en un escombro de huesos, pero todas las veces, de nuevo, sin fín, era rehecho y devorado; tuvo que imaginarse la supervivencia en medio del súplicio, cada vez era destrozado sin piedad; cada vez más gusanos más lepra surgían de la muerte. ¡Ah,Tebas, alguna vez fué suya...y mientras lo fué la sometió a sus designios...!
Al fin, un día, la vió. Y estaba hermosa pero muerta, la vió, Yocasta, su amada, su esposa, su guarda!! La vió, y fué inevitable, ¡lloró!.. lloró mientras las imágenes lo torturaban; ¡lloró! por los únicos ojos que podía: ¡sus oquedades vacías!, Estas suponían unos ojos claros, brillantes, infantes, llenos de babasa; lloró, mientras enloquecían sus serpientes...

Al poco, Layo, te ubique en el averno, en este sitio, donde la nada prueba la facilidad del rey y la obscenidad del príncipe; allí no vez ninguna forma, todo resulta el vacío inexistente, es la definición de lo que llamamos gobierno; pero Layo, ¿dónde está tu rostro?, ¡estás sin rostro! ¿dónde quedó tu rostro? ¿Lo Borré evitando tus falacias?..luego, en este lugar son colocados los inicuos, los transantes de almas...Ja..Ja..¡la verdad todos somos hipócritas...!”



P.D. Anotaciones finales de Nietzsche:

¡Ay layo!, las tormentas siguen; en el infierno todavía sin parar acuden los coros, ¡ah, hipocresía!... ¡Nada faltaría para una Opéra! Quizá algún día!!1





Luis Alberto Mayorga Jacobi.
Lingüística y Literatura







1 comentario:

  1. Hola Jacobì, como estas?...me ha gustado mucho el contenido de este post, Nietzsche es uno de mis favoritos, me he tomado el atrevimiento de copiarlo para imprimirlo dada la importancia que reviste para mì, y reelerlo de nuevo...
    Un saludo cordial...
    Karina....

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